El pánico se apoderaba de ella a pesar de que el placer seguía en un estado de máxima tensión. Crawford no decía nada, pero tampoco se había detenido. Continuaba con sus profundos movimientos, dando fuertes embestidas contra su sexo, excitándola, estimulándola. Lo comprendió, igual que lo comprendió la primera vez. Él iba a obligarla a tener otro orgasmo.
Una de las tensas manos del lord se relajó, soltando su cadera, y acarició suavemente una nalga. Lady Kirbridge se mordió el labio cuando el artilugio de su trasero se deslizó hacia fuera y creyó que por fin sería liberada de aquella cosa. Podía sentir su grosor contra las paredes de su cueva, haciendo presión por todos los rincones. Crawford estaba a punto de sacarlo del todo cuando volvió a empujarlo hacia dentro. Lady Kirbridge gritó, de pura desesperación. ¿Más? En serio, ¿más? No podía ser verdad...
Se mantuvo quieto dentro de ella y empezó a penetrar su cavidad trasera con el juguete, sosteniendo el cuerpo de la mujer con un brazo alrededor de la cintura y una mano en el vientre.
- Te gusta, oh, como te gusta esto, corazón... - murmuró Él con la voz cargada de obscenidad pura. - Dímelo, dime cuanto te gusta...
- M-mucho... s-seño-or - tartamudeó con la voz debilitada por el esfuerzo. Se sentía exaltada, lista, dispuesta a correrse cuantas veces él ordenase.
- Demuéstrame... demuéstrame cuanto te gusta... - mandó.
Ella se movió para clavarse al artilugio y tuvo un segundo orgasmo tan repentino que la habitación le dio vueltas y se derrumbó contra la moqueta. Otra bomba nuclear había destruido otro cotinente. Se obligó a sí misma a seguir consciente, a seguir despierta, a no desmayarse como si fuese idiota. Se traspuso unos segundos, aferrándose a la sensación de tener a Crawford metido en ella para no perder el conocimiento. Que el hombre sacara lentamente el juguete de su ano sirvió de ancla para seguir en el mundo de los vivos.
Sintió que él también se iba y ella se sintió, en parte, liberada; pero también se sintió vacia, y todo su cuerpo ansiaba ser llenado. Su cuerpo deseaba ser invadido por todos los lugares posibles.
- Levanta tu dulce trasero, corazón... - masculló Crawford. - Quiero follarme tu culo...
El corazón de lady Kirbridge bombeó sangre a todo su cuerpo y su cerebro sufrío un repentino colapso. Las palabras dulces y demandas elegantes se habían convertido en órdenes crudas y descarnadas. Levantó el culo hacia el hombre, con las rodillas separadas clavadas al suelo y los pies levantados, tal y como a Él le gustaba. Sabía que eso le gustaría. Sabía que no solo le gustaría la vista sino que le gustaría ver lo solícita que ella estaba para Él. Que sacaba fuerzas de dónde no las tenía para servir todas sus demandas. Que su ano estaba listo para Él.
- Eres una perra sedienta, pero una perra con suerte...
El insulto podría haber estado de más, pero a lady Kirbridge le gustó. ¡La excitó! Qué sucia era. Se sentía sucia, pero se sentía alegremente sucia, dulcemente sucia, gozosamente sucia. Verdaderamente se sentía una perra afortunada.
Lord Crawford no fue suave esta vez. Ella sabía bien porqué y no le importó el dolor. ¿Qué importaba un poco más? Sintió como su punta caliente y redonda dominaba la entrada de su trasero antes de hundirse en las profundidades. Dolor, mucho dolor; pero dolor dulce y tierno, dolor humillante y salvaje, dolor picante y sabroso. Una corriente eléctrica le recorrió la espalda hasta la nuca y su sexo hizo brotar lava chorreante sobre su clítoris. Él entró dentro, muy dentro, más dentro incluso que el artilugio que había abierto sus carnes preparándola para este momento tan intenso. Porque era muy intenso, era muy profundo, era sublime, abrumador. Divino. Crawford era el Cielo y la Gloria por Siempre Jamás.
Se retiró rápido para volver con más energía. Más dolor dulce y tierno. Ella gritó de gusto, lanzando toda su dignidad por una ventana. Se dejó utilizar, se dejó penetrar dolorosamente por él, se dejó follar sin resistencia. Quería más. Más.
- No te muevas - azuzó Él con la voz cargada de placer, penetrándola profundamente, invadíéndola sin sutilezas a base de duros envites, partiéndola en dos mitades como si partiese cáscaras de huevo.
Era tan delicioso que no encontraba más sinónimos para describirlo; caminaba otra vez por el filo de una navaja con la palabra orgasmo escrita en la hoja. Se sintió invadida de nuevo por el miedo, porque no sabía cuanto tiempo podría aguantar antes de que él le permitiese correrse. Podía oir sus jadeos, sus gemidos, sus esfuerzos por seguir penetrándola, por seguir gozando de su culo. Ella se esforzaba por quedarse quieta, por no seguirle, por no moverse; pero escucharle la ponía enferma de excitación, inflamaban su pasión y su fuego, avivaban su lascivia. Crawford era un depredador, un animal que había sacado a relucir la bestia interior de lady Kirbridge. Ahora eran solo dos animales saciando uno de los instintos más básicos de la naturaleza. Y qué bien se sentía ella, ardía en deseos de moverse para él, de que el dolor dulce y tierno era el mayor de los placeres que nadie le había entregado antes.
Recibió un azote, dos y tres en el culo. Lady Kirbridge apretó los puños sin dejar de jadear poniendo más empeño del que disponía en quedarse quieta, en dejarse atravesar dulcemente por él. Una órden, sólo quería recibir una órden. La Órden. El Mandato. No podía con su alma, sentía aquel miembro duro como una roca atravesar sus tiernas carnes, sentía que la quemaba por dentro, que la rompía en pedazos. Era tan consciente de la forma en que estaba tallado, en la dureza de su tronco, en la suavidad de su punta cuando atravesaba la entrada. Ese dolor se le quedó grabado en la mente.
No escuchó sus palabras, simplemente comprendió que él le permitía elevarse hasta el cielo. Obedeció y la explosión fue la suma de dos explosiones. El volcán entró en erupción y derramó la lava por todas las laderas; la cresta de la ola rompió en la orilla y barrió la arena; el terremoto abrió una grieta en las montañas y todos los desastres naturales se produjeron a la vez en aquella habitación enmoquetada.
Los dos cuerpos se derrumbaron casi a la vez. Los resoplidos, los jadeos, el dolor, el placer, todo se mezcló entre los cuerpos tibios y sudorosos. Crawford rodeó el cuerpo de lady Kirbridge y la refugió entre sus brazos. Lo último que ella escuchó antes de cerrar los ojos de puro agotamiento fue una última órden: esta vez tenía Su permiso para desmayarse.
Una dama al acecho de Esther Hatch (Proper Scandals #1) narrado por Sonia
Román
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Sinopsis:
¿Una gran belleza puede ser una desgracia? Para Grace, sí, la envidia que
genera en otras mujeres hace que la vean como enemiga. ¿Será encontr...
Hace 6 días
Uf!, intenso, caliente, ardiente, explosivo, excitante... tantas cosas he sentido leyéndo estas líneas que no sabría elegir la palabra adecuada... haces que viva el momento como si yo formara parte de este relato... ¿como eres tan magnífica?. Te felicitio querida Paty, eres una artista!.
ResponderEliminarP.D.: No sé aún nada de Karol y me siento mal por ello, hace mucho ya de lo del concurso y kisiera k ya pudieras disfrutar d tu merecido regalo... no sé k le pasa a esta chica ni porque se demora tanto... me sabe tan mal todo esto... a ver si se pone pronto al día...
Saludos y bs!
Ya me he puesto al día!!!
ResponderEliminarMadre mía como es este Lord Crawford, como es capaz de llevarla más allá de sus límites y conseguir de ella lo que desea y más.
Todo me envuelve, cada palabra, susurro y movimiento detallado, pero sinceramente lo que más me puede de todo ese momento y siempre me pasa en historias de esta índole, es el momento final, ese momento que ella se derrumba en sus brazos y es abrazada por él...esos momentos son indescriptibles.
Bueno, no digo nada, nada más que...y el próximo??
Un beso querida Paty.
"...todos los desastres naturales..."
ResponderEliminarESO ES GENIAL, LO SABES VERDAD???
Joder! Eres buena... muy buena.
Go on... plis? ;)
Sabes como mantener la tensión, siento envidia ajena de Lord Crawford.
ResponderEliminarun relato muy intenso, gracias.
Perfecto. Tengo la sensación de haber hollado la cumbre del relato, tanto como Lady K. de haber cruzado su personal Rubicón.
ResponderEliminarNunca me cansaré de halagar tus dotes de artista... y tu buen gusto a la hora de seleccionar los temas, jajajaaaa
Mis felicitaciones y un fuerte abrazo desde La Luz.
Sublime, nena, no creo que pueda explicarlo con otras palabras. Los dos últimos párrafos son un broche perfecto. Es que eres una fiera. Besosssss
ResponderEliminar¡Madre mia! Esta segunda parte ha sido...intenta. muy intensa. No se me ocurre otra forma de describirlo.
ResponderEliminarEse Lord es malísimo. Me encanta. Aunque no creo que me gustara que me golpeara, soy alergica al dolor. Aún así, me encanta Lord K.
Magnifico relato. Me encanta.
Besicos. :D
Un poco exagerado en cuanto a los tiempos y estímulos para provocar los orgasmos pero son experiencias,que de mutuo acuerdo y sin tantos aspavientos se pueden lograr con una pareja dispuesta a explorar el paraíso del sexo con doble penetración(Un artefacto en la vagina y el pene en el ano)las sensaciones son extraordinarias y los orgasmos muy intensos.
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