El agua no estaba fría, estaba helada y el sol de la mañana no calentaba en absoluto. Lady Kirbridge sintió que se le erizaba la piel, afilando el dolor que sentía en el cuerpo a causa del castigo. Pero, al cabo de unos minutos, ese frío intenso alivió parte del suplicio; incluso lo hacía desaparecer. Aún así, tenía mucho frío y por más que nadara de un lado a otro de la enorme piscina, no entraba en calor. Solo sintió verdadera calma cuando Crawford la dejó salir del agua y la envolvió cariñosamente con una toalla blanca.
- Es... muy tarde - dijo lady Kirbridge con la boca pequeña. Se armó de valor para mirar a Crawford a los ojos, esas pupilas penetrantes en las que se veía reflejada. Le daba vergüenza. - Tengo que volver...
Se sintió estúpida. ¿Volver a casa con lord Kirbridge? ¿Para luego escaparse otra vez con lord Crawford? Era impensable. Él sonrió, travieso y confiado; ella no comprendió porqué sonreía de esa manera. Con lentitud, lord Crawford acercó sus labios a la boca de lady Kirbridge y humedeció los labios de la mujer con la punta de la lengua. Ella, incapaz de pensar, suspiró con las pulsaciones aceleradas... y un nuevo calor renaciendo en sus entrañas.
- Es verdad, corazón, tienes que volver - murmuró Él en su boca.
Deslizó la toalla por los hombros de la mujer y descubrió su cuerpo, ese cuerpo femenino que a Él tanto le gustaba. Sonrió con más malicia. Se miraron. Otra vez ese silencio incómodo. Otra vez lady Kirbridge se sintió oprimida por la tensión. Estaba desnuda. Completamente desnuda frente a Él. Lord Crawford rompió el contacto visual y deslizó la mirada por todo el cuerpo de la mujer, deteniéndose en aquellas zonas que consideraba deliciosas. Ella, por instinto, se cubrió pudorosa con los brazos.
- No te cubras. Quiero verte bien a la luz del sol antes de dejarte ir - dijo. Su voz se había endurecido. Lady Kirbridge se estremeció por entero y mansamente relajó los brazos a los lados de su cuerpo. Sí. Solo Él tenía el poder para dejarla marchar. Hasta que Él no quisiera, ella no podría volver a su casa a pensar en una excusa para el señor Kirbridge. Crawford llevó una mano al pecho de la dama y acarició lentamente toda la curva. Clavó una penetrante mirada en los ojos de la mujer cuando pellizcó su tierna punta y observó con delicia como ella entrecerraba los ojos, reprimiendo un gemido. - Corazón, adoro tus pechos.
Crawford rodeó la cintura de lady Kirbridge y la estrechó a su cuerpo. Se inclinó un poco para depositar un beso en la enhiesta cumbre que sujetaba entre los dedos y pronto cubrió su pecho de besos, lamiéndolo con gusto. Ella fue incapaz de contener un suspiro cuando Él mordió suavemente la cima enrojecida, sintiendo como un calambre bajaba por su vientre para estrellarse entre sus muslos. Quiso apartarle, poniendo los brazos entre ambos cuerpos, pero la sensación de su boca bebiendo de su pecho la aturdía hasta el punto de hacerle perder la voluntad. Él deslizó la lengua por la punta, mordió un poco, volvió a lamer, siempre el mismo pecho, siempre despacio, siempre haciendo daño para después aliviarlo. Lady Kirbridge sentía un dolor insoportable en su otro pezón, completamente desatendido.
- Dime, corazón, ¿has desayunado? - preguntó, sin dejar de mordisquear su dulce puntita. El sonido de su voz la hizo estremecer.
- No... No, señor - añadió seguidamente con temor de haberse equivocado. ¿Equivocarse? La noche había pasado, Él ya no mandaba sobre ella. Ya no tenía que llamarlo Señor.
Crawford se rió, haciéndole cosquillas con su aliento. Cubriendo por completo el pecho con los labios, los dedos se deslizaron por el vientre hasta rozar la curvatura del monte. Lady Kirbridge se mordió el labio para reprimir un lamento sintiendo la mano de lord Crawford invadir su sexo. Tenía que detenerlo ya o volvería a someterse.
- Parece que tienes hambre, corazón - susurró sobre su pezón, como si hablara con él y no con la mujer. - Y mucha.
La zurda de lord Crawford subió por su espalda hasta aferrarse al cabello revuelto de lady Kirbridge, mientras su diestra rozaba las zonas más tiernas de su sexo, humedeciéndose con él. Dejó de lamer su pecho para observar fijamente su rostro, intensificando las caricias en su entrepierna. Una leve línea aparecía dibujada en la frente de lady Kirbridge, que se fruncía deliciosamente cuando ponía los ojos en blanco. Tenía las pestañas frondosas, las mejillas redondas y de color carmesí, los labios entreabiertos por el que escapaban irregulares jadeos. Lord Crawford podía notar en la mano como crecían sus pulsaciones, como el rubor de su piel estaba acompasado con el dulce néctar que se derramaba entre sus dedos. Vio como se le escapaba una lágrima de placer por el rabillo del ojo y retiró la mano de su sexo.
- Quiero que te arrodilles a mis pies - ordenó. Ella ahogó un sollozo y se agachó frente a Él. Con los dedos húmedos, lord Crawford acarició los voluptuosos labios de su victima y penetró su boca. Ella los saboreó con mucho gusto, lamiéndolos con ahínco hasta que los dejó limpios. - Tienes unos labios preciosos, una boca húmeda y ardiente y una lengua muy traviesa, corazón...
Suavemente, Crawford estrechó el rostro de ella a su regazo. Lady Kirbridge dejó escapar un sonoro gemido cuando sintió sobre la mejilla lo que había tras la tela.
- Dame la mano.
Lady Kirbridge le tendió una elegante mano temblorosa de finos dedos que Él apretó cariñosamente, dirigiéndola decididamente al interior del bañador. Por primera vez tocó con la yema de los dedos a Crawford. Sin dejar de presionar su cabeza contra su cintura, el lord deslizó hacia bajo la única prenda que vestía, descubriendo lo que había debajo. Esa era también la primera vez que lady Kirbridge veía lo que hasta ahora solo había sentido en la boca y entre las piernas. Cerró los ojos, asustada.
- No seas tímida, corazón, no hay razón para serlo. Como buen anfitrión, debo atender todas tus necesidades y sé que estás hambrienta y no has probado bocado...
Sus labios rozaban la carne desnuda de Crawford, pero no se atrevía a tocarlo, ni a besarlo, ni a mirarlo. Era tan absurdo, se sentía tan cobarde... Pero su sexo palpitaba otra vez enardecido de deseo, sus pechos hormigueaban, y por si fuera poco, su trasero, algo dolorido todavía, se estremecía con el claro anhelo de ser otra vez invadido.
Él echó por tierra su vacilación dirigiéndole la mano hasta la enhiesta escultura. Lady Kirbridge notó que se endurecía bajo el contacto, que era algo grueso y rígido, que estaba muy caliente. Que latía igual que a ella le palpitaba la entrepierna. Y recordaba su sabor, tan dulce, tan sabroso, tan intenso. Apoyó los labios sobre el tronco en un beso casto, rozando con dedos temblorosos toda la extensión hasta la redonda cumbre. Regresó a la base con los dedos, depositando otro beso suave y, por puro instinto, humedeció un poco con la lengua. Era algo tan... adictivo. Y escuchar a Crawford emitir un suspiro terminó por desterrar toda su indecisión.
Todavía le temblaba la mano cuando la cerró alrededor del firme tronco. Le escuchó jadear y deseó escucharle más veces jadear. Sus labios se dirigieron decididos a la cumbre y empezó a cubrirlo de besos, mientras su mano, poco a poco, iba ganando confianza para llenarlo de caricias. Las caricias dieron paso a pequeños apretones, los besos se convirtieron en lamidas húmedas y a la mano le acompañó la otra para sostener el firme mandoble de Crawford en alto mientras lo besaba con infinita reverencia. Él hundió los dedos entre sus cabellos, apretando su cabeza, suspirando pesadamente, presionándola cada vez más contra su regazo. Ella se sentía cada vez más animada, más atrevida, cubrió su sexo con los dedos y presionó con los pulgares el tronco mientras saboreaba lentamente con los labios su suave punta, hasta que sintió la necesidad de llenarse la boca de Él. Pero no quería terminar pronto, no quería ser igual de torpe que antes, quería complacerle, complacerle mucho, así que devoró un primer bocado, apenas la mitad de toda su grandeza. Las manos de Crawford se pusieron rígidas, pudo notar su tensión, cómo lo que tenía entre los labios se hinchaba. Respiró hondo por la nariz llenándose de aire los pulmones y apretando los labios a su contorno, lo devoró un poco más. Despacio, siempre despacio, porque sentía que ahora tenía la oportunidad de devolverle a Crawford un poco de todo lo que él le había hecho pasar. Sin embargo, ella no tenía la firme voluntad del lord, y era una impaciente y estaba inflamada de deseo. Las manos se le fueron por el cuerpo de Crawford, acariciaron con avidez su firme torso, sus caderas, sus piernas; antes de poder pensar con claridad se aferró a su cintura llevando más dentro de la boca su sexo delicioso. Crawford emitió un lamento y cubrió el rostro de lady Kirbridge con las manos, empujándola para que tragara mucho más de lo que podía abarcar. Ella tragó con ansiedad, sintiendo que tocaba su garganta, tratando de llevarlo hasta el interior, más y más dentro. Se aferró a Crawford como si fuese su única vía de salvación y lo devoró con pasión. Él se sintió espoleado por la pasión de lady Kirbridge y penetró su boca. Ella convirtió sus labios en un prieto anillo, su lengua, la carne de sus mejillas y su paladar hicieron del resto de su boca un lugar cálido, húmedo y prieto, que se estremecía con su respiración. Las manos de la mujer acariciaban a Crawford, su espalda, su trasero, sus rodillas; su tronco húmedo, los curvos y redondos atributos, todo lo que lograba alcanzar con la longitud de sus brazos. Crawford la detuvo, agarrándola por las muñecas y obligándola a que mantuviera las manos en sus caderas. Ella clavó los dedos en el cuerpo de Crawford mientras sus labios trataban de alcanzar la base de su sexo, obligándose a si misma a introducir todo su delicioso pene en la boca. Era demasiado grande para ella, pero no cejó en su empeño por conseguirlo.
- Abre los ojos y mírame - le ordenó, con la voz tan firme que no admitía ni réplica ni contraorden. Lady Kirbridge se detuvo, con la boca repleta, las mejillas y los labios de color carmesí y levantó la vista hacia Crawford, cuyos ojos penetrantes brillaban de un deseo tan febril como el de ella. Tenía la frente empapada de sudor, los músculos del cuello tensos, los hombros rígidos, los músculos de los brazos hinchados. Lord Crawford la miró con tanta intensidad que ella se sintió a punto de explotar. De pronto fue consciente de la humedad de sus muslos, de estar de rodillas con las piernas tan abiertas que su sexo tocaba el suelo, que sus pechos se rozaban a las piernas de Él y que no hacía ni frío ni calor. Un ramalazo de placer subió por su espalda y respiró entrecortadamente cuando el fuego se estrelló en su cabeza. Crawford la apretó a su sexo con la mirada enfebrecida y lady Kirbridge sintió en la lengua como empezaba a latir. Lo quería, quería sentir su orgasmo en la boca, lo deseaba con toda su alma. Sí, sí y sí. Oh, sí. La dama se reafirmó en su posición arrodillada y saboreó el preciado elixir que brotó abundante del miembro del hombre. Observó con ojos borrosos como Él también la miraba, estudiando su rostro, sus reacciones; los dos se estudiaron mutuamente en aquel breve instante de tiempo...
Crawford se retiró de su boca y lady Kirbridge se cubrió los labios con recato, tragando los últimos restos mientras recuperaba la respiración. Crawford se aferró a su pelo, ordenándole sin palabras que se levantara. Besó apasionadamente su rostro, sus párpados, las lágrimas que a ella le resbalaban por las mejillas y por último sus labios antes de abrazarla firmemente. Lady Kirbridge sintió que Él temblaba ligeramente con espasmos de placer. Supuso que, después de esto, estaban en paz, porque él le susurró en el oído:
- Estás plenamente preparada, corazón.
Un océano de niebla de Elizabeth Bowman - Narrado por Arancha Del Toro
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Sinopsis:
El mundo se ha terminado para Gillian ahora que él la ha abandonado. Es
cierto que una niña ha nacido de los dos. Pese a eso, ella no puede co...
Hace 29 minutos
Uf!, k desayuno más nutritivo!, jejeje. Y a k se refiere el señor Crawford con eso de:
ResponderEliminar- Estás plenamente preparada, corazón.
¿?
X k me da a mi k se ta preparando pa su marido?, en fin, ya se sabrá, jejeej.
Un besazo reina y hasta otra!, muak!!!!
Ya dicen por ahí que el desayuno es el alimento más importante del día...
ResponderEliminar...y con esa cantidad de proteínas, sí, ya está lista... para enfrentar su día, jejejeje.
Buena semana, Paty!
Este capítulo tiene algo especial porque tanto ella como él han comprobado que esto es más que un juego, esas miradas no son sólo reflejo del deseo, han llegado muy lejos y ahora no se puede retroceder.
ResponderEliminarMe encanta Paty, tan increible como siempre.
Besitosssssssssss.
¡Buff! querida Paty, qué bien lo describes. Me has dejado con el corazón acelerado y la boca entreabierta ;)
ResponderEliminarEsperaré impaciente el siguiente encuentro.
Un besazo desde mi Jardín.
Hola Dulce. Tengo una cosa que decirte y es que yo no dejo nada al azar... ah, te dejo pensando a qué viene esa frase :P Besos corazón ;)
ResponderEliminarHola Sweet, tienes razón, el desayuno es lo más importante. Con ese desayuno se afronta todo el día sin problemas, jaja. Feliz semana a ti también, muchos besos ;)
Querida princesa, me ha quedado algo trascendental ese final, pero la historia lo merece porque después de todo los protagonistas de estas historias no dejan de ser personas :) Un besito ;)
Hola Rosaida, me alegra que te haya emocionado y acelerado el corazón. Siento ir tan despacio con la historia, pero tened paciencia, todo se sabrá a su debido tiempo :D Un beso para ti también :3
Bien...(frotándose las manos) se aproxima un giro argumental. Estoy deseando conocer el papel que le reservas a Lord K., que a estas horas podrá estar de todo menos ignorante de que alo ocurre con su mujercita...
ResponderEliminarme voy encantado, como siempre, de tus intimidades.
Un besazo desde La Luz.
Bienvenido, Señor. Creo que era más que evidente y sobre todo tras el final de este episodio, que tanta mención hacia lord K era por algo importante. Veremos próximamente qué es lo que sucede y si el papel reservado para este misterioso personaje resulta finalmente impactante :)
ResponderEliminarUn saludo ;)
Ufff, preparada y marcada para Lord K? Pues no se, no sé, esto se pone realmente interesante. Esas miradas tan intensas, como ya te han dicho, están cargadas de significado. Deseandito estoy de saber que va a pasar. Aunque todo a su tiempo. Besos guapa.
ResponderEliminarLa historia de Lord Crawford y Lady Kirbridge me encantó(la leí en diciembre sino recuerdo mal)
ResponderEliminarYa, al principio cuando la atrapa sin salida y la deja con la miel en los labios, arrinconada, la orden de que ha de subir en el coche y obedecer al chofer, cuando es desnudada..la entrada a la habitación de él, que huele y se siente su energía, las cadenas, como la lleva al limite del placer, la deliciosa sodomía, las perdidas de conciencia de ella ante esa intensidad que él la lleva, su rendición, el desayuno en la piscina...todo me encanto.
Y, por supuesto Lord Crawford aisss jajaja
Vamos, que chapeau!!
realmente maravillosa, para cuando la continuacion? mis felicitaciones por tu trabajo, seguire leyendote, me alegra haberte encontrado,
ResponderEliminarun beso
Hola paty me encanto la historia. Espero ansiosa la proximo capitulo. Gracias
ResponderEliminarMmm... Igual es mi imaginación, pero podría ser que Lord K y Lord C decidan hacer juntos a nuestra querida Lady una mujer muy muy feliz???? Igual se une también Ford... Hay tres agujeros que llenar, no?
ResponderEliminarVoy a seguir investigando a ver si lo encuentro en algún lugar.
Un placer haber podido leerlo.
Ford es el propio señor K,para no involucrar a mucha gente en el asunto sus artilugios están muy bien planeados para proporcionarse el placer de sumir a la dama en ese paraíso del sexo sin limites.
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