Ya hemos visto un número de puntos que se repiten en muchas novelas eróticas del mercado actual. Son cosas que no se deberían hacer, pero que se siguen haciendo. No significa que llevar a cabo alguno de esos puntos sea malo o bueno, sino que todo tiene que estar compensado para que la experiencia del lector sea mucho más motivadora e intensa.
Aburrir con una novela erótica es lo peor que te puede pasar. Es importante tener cuidado a la hora de involucrar a los personajes dentro de la trama, siempre dependiendo del tipo de historia que vamos a escribir. Compensar una cosa con otra. Si nos excedemos con el sexo, buscar el contrapunto en otras escenas; si nos quedamos cortos, aumentar el nivel de tensión por otro sitio. Es una cuestión de equilibrio.
Hoy traigo, de nuevo, cinco problemas a evitar en una escena o historia erótica.
1. Recrearse en los detalles
Una cosa es ser excesivamente gráfico porque ese es tu estilo y otra muy distinta recrearse en puntos completamente innecesarios. Cuando una pareja protagonista se encuentra en mitad de un despliegue de caricias, besos y penetraciones, hay un momento en el cual la tensión sube hasta un límite por encima del cual no se puede ir más allá. Puedes aumentar este límite con total libertad, pero una vez alcanzado el punto de no retorno, los detalles sobran.
Sabemos bien dónde y en qué posición están nuestros personajes. No es necesario repetir una y otra vez las mismas palabras para indicar lo que les está pasando ni utilizar un lenguaje demasiado específico. No es lo mismo «lenguaje específico» que «lenguaje gráfico»; no significa que no se pueda ser gráfico, lo que no hay que hacer es usar palabras demasiado técnicas cuando los personajes empiezan a sentir esa comunión con sus cuerpos.
El erotismo tiene siempre ese aire trascendental, espiritual. Transformar una escena en la que los personajes están haciendo el amor —o follando, según lo que cada autor prefiera considerar—, en algo físico, degradándolo al nivel de un simple ejercicio de anatomía para especificar los puntos que se penetran o se dilatan, hace que se pierda parte del encanto y la intensidad del momento.
2. Pasarte de trascendente
Si en el punto anterior hablábamos de la parte física de una relación, el efecto contrario es caer en un exceso de dulzor sobrecargando el relato con metáforas. El barroco estaba muy bien para la escultura o la arquitectura, pero no para una novela de romance erótico. Puede que como autor quieras expresar el erotismo como algo espiritual, pero no es necesario demostrar lo bueno que eres llenando el texto de gramática imposible y usando veinte subordinadas en una misma frase, utilizando todos los sinónimos habidos y por haber de una misma palabra. Si eso es lo que quieres hacer, bueno, tendrás que buscar otra clase de público objetivo.
Vuelve a ser una cuestión de equilibrio y de contrastes. Una escena erótica consta de una parte física y de una parte emocional, si falta alguna de las dos, la historia no está del todo completa o pertenece a otro género diferente. Realismo no significa ser gráfico, igual que trascendente no significa ser poético a la par que críptico con el texto.
Equilibrio. Cuerpo y alma. Personajes que sienten con el cuerpo y con el alma. No importa si no hay romance al principio y solo se trata de un polvo para aliviar la tensión. Esas dos partes existen en el erotismo porque, recuperando la definición del diccionario, erotismo es sensualidad, deleite de los sentidos, de las cosas que los satisfacen. Para que exista satisfacción debe existir un sentimiento y un alma que sienta las cosas. Sin esto, no hay erotismo.
Así que, aunque quieras ser finolis, no te pases de trascendente porque aburrirás a las piedras.
3. Cambiar el comportamiento de los personajes en la cama
Es de cobardes. Cuando un escritor comienza una novela, llevarla a cabo es un reto. No es fácil. Hay sangre, sudor, lágrimas, frustración y mucho trabajo detrás. Corregir y reescribir es solo la parte final, es cansada, sí. Pero escribir también es agotador.
Escribir una novela erótica no es fácil. Oh, espera, es muy sencillo escribir una escena de cama. Un beso aquí, unos dedos por allá, mamada al canto y folleteo intenso. Listo, ahí tienes tu escena, cocinada cual pechuga de pollo a la plancha sin sal.
Pero escribir en serio una novela erótica no es fácil. No es fácil coger a dos personajes y hacerlos interesantes en un plano sensual. Por supuesto que unos corazones agitados, unas bragas mojadas o unas erecciones descomunales observando al personaje que hace la réplica al principal, son parte de los recursos que se utilizan. Pero eso está tan trillado como la historia del niño elegido o el vampiro que se enamora de la protagonista y lo acerca a su humanidad.
Por eso, cuando das el paso definitivo para escribir una novela erótica (incluso una novela con extra de sexo), hay que llegar hasta el final y conservar el amor propio por esta profesión que es escribir. Cuando tienes diseñado un personaje que se comporta de una manera en su vida normal, das a entender que ese personaje tendrá un comportamiento muy específico cuando se meta bajo las sábanas de alguien. Todo en él o en ella habla de unas tendencias concretas: si es tímido, si es dominante, si es fogoso, si es malo… Por eso, a la hora de la verdad, no se debe cambiar el comportamiento del personaje que llevas toda la novela escribiendo.
Tenemos un personaje que se comporta de forma arrogante, es autoritario y da mucho miedo cuando se enfada. A menos que tu novela sea humorística, en una novela erótica molesta muchísimo que ese personaje que ha sido dibujado de una forma tan sugerente, acabe practicando sexo convencional y sea un auténtico moñas. Igual que tenemos al personaje tímido, que se siente incapaz de llevar la iniciativa porque se siente presionado por su entorno, de pronto se convierte en una máquina sexual en las escenas eróticas.
Coherencia.
4. Justificar las tendencias sexuales
A menudo encontramos, en muchas novelas, tendencias sexuales poco comunes para los personajes. Volvemos otra vez al mismo punto de siempre, el tema del BDSM, tan mal visto hace unos años, está de moda ahora. Y está mal. No está mal practicar este tipo de cosas, está mal el planteamiento que todo el mundo le está dando ahora. Si os fijáis, es el mismo que se le daba antes: alguien que ata y azota a su pareja, padece un trastorno o ha sufrido un trauma en su infancia.
¿Por qué? En serio, voy a repetir la pregunta. ¿Por qué? Una tendencia sexual no se justifica. Una persona es, o no es. Así que el recurso del trauma infantil o el trastorno sexual, es un vicio que persiste. En una novela erótica, justificar que al personaje le gusta azotar a mujeres morenas porque su madre (morena) le apagaba cigarros en los brazos cuando era niño es el recurso más pobre. Tal muestra de dejadez molesta a todos los que nos dedicamos a diseñar personajes cuya personalidad resulte atractiva para contar una historia. Porque en una historia erótica, lo importante no es el comportamiento del personaje ni sus gustos sexuales, sino la evolución sensual que se dibuja desde el inicio de la trama.
Puede que tu personaje se comporte así por un trauma en su juventud. No tiene nada de malo. Pero si es así, no estás tratando con una novela erótica ni con extra de sexo, sino con un problema mental un poquito más grave y vas a necesitar toneladas de psicología barata. Se puede ser mucho más creativo que justificar que, por ejemplo, a un personaje le agrade mirar como otras personas tienen sexo porque un día le dijeron que tenía un tumor en los ojos y se podía quedar ciego. ¿Es que acaso una persona no puede disfrutar, con total libertad y sin que sea juzgada, viendo a otras personas besarse y mantener relaciones?
Volvemos al punto anterior. Tu trabajo es ser escritor y nadie dijo que escribir erótica fuera fácil. Afronta con valentía tu decisión y trabaja. Trabaja duro para sacar adelante la idea que has tenido. Si no te gusta o no te sientes cómodo, quizá te has equivocado de profesión.
5. «No es la típica historia…»
Los clichés funcionan por algo. Son tópicos conocidos, inventados desde tiempos inmemoriales, que se han utilizado una y otra vez a lo largo de la historia. Tenéis que admitir, como escritores, que todo está inventado, que alguien tuvo una idea como la tuya y que esos personajes ya han estado juntos en alguna novela.
Pero, repito, los clichés funcionan por algo. Funcionan porque todo el mundo sabe qué se espera de ellos, son cómodos y muy útiles para escribir. Por eso se utilizan como los pañuelos de papel, una y otra vez, hasta que están tan manoseados que ya no se pueden usar. Usar un personaje o situación típica no es malo, ni mucho menos. Pero hay que saber utilizarlo bien. Miradlo de este modo, todo el mundo sabe que una tortilla de patatas lleva huevo, patatas y sal (¡no lleva cebolla!) y es una comida que salva un día, una tarde o lo que haga falta. Más fácil, por si alguno tiene miedo del fuego, un sandwich mixto. Son cosas que funcionan, que gustan a la mayoría de la gente, que si lo haces bien ,triunfas.
Pero para hacer una buena tortilla de patatas o un sandwich mixto que además de bueno esté tan delicioso que se te salten las lágrimas, es necesario un esfuerzo extra por tu parte.
Por eso, los tópicos son un arma de doble filo. Si vas a utilizar uno, tendrás que usarlo en tu favor y no en tu contra, pensar en darle la vuelta. Y darle la vuelta no es decir en la sinopsis «no es la típica historia de amor/erótica» porque ese argumento es otro tópico que cansa. Permite al lector decidir si es o no, una típica historia.
Hay clichés recurrentes en la novela erótica que se siguen utilizando y algunas veces, con más frecuencia de la que me gustaría, veo que se utilizan para crear polémica con la idea de base. Eso se aleja de lo que quieres narrar en tu historia. Por ejemplo la típica historia entre un hombre maduro y una Lolita; decides hacerlo a la inversa, mujer madura conoce a muchacho universitario/estudiante de instituto. Usar ese tema como excusa para generar polémica no dice mucho de ti como escritor. ¿Que quieres contar esa historia? Adelante, pero verás que alguien ya lo ha hecho.
No traumaticéis a vuestros personajes con abusos en su infancia o adolescencia para justificar sus tendencias eróticas; no convirtáis a las mujeres en trabajadoras del sexo como excusa para que mantengan relaciones con varios hombres, no hagáis que un personaje masculino sea una bomba sexual para luego colgarse de la primera mosquita muerta que se cruce delante de él. ¿Queréis hacerlo? ¿Queréis contar esas historias? Antes de hacerlo, preguntaros por qué. ¿Es interesante lo que vais a contar o es solo una excusa? Si es lo segundo, ni os molestéis en escribir.
¿Qué pensáis? ¿Hay algo que encontréis irritante en una novela erótica? ¿Qué cosas habéis visto que se repiten? Os invito a comentar y a debatir. Un saludo.
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Estupendo, ¡como siempre! Revisaré mis escritos con este nuevo prisma. Un beso
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