Y a continuación, el texto. En un par de días subiré las novedades de Junio y la llamada final para el Juego de Primavera. Mientras tanto, buena semana.
Perfección
Solo cuando la música dejó de sonar, Hanna se dio cuenta de que no estaba sola. Se volvió hacia el chico que la miraba desde una esquina de la sala dónde ella ensayaba por las noches, un sótano con las paredes llenas de espejos y el suelo duro y gastado. Estaba oculto en la penumbra, espiándola, como había hecho otras veces; Hanna reconocería aquellas botas de cuero en cualquier parte.
- No puedes estar aquí, Dominik - masculló disgustada, apagando el reproductor cuando comenzó la siguiente canción. Un ramalazo de incomodidad le recorrió el cuerpo y se cruzó de brazos, tratando de aparentar una seguridad que no sentía.
- Claro que puedo - respondió él con total tranquilidad. - Me gusta estar aquí. Me gusta verte bailar. Eres perfecta...
- Corta el royo - le interrumpió ella. Si lo dejaba hablar, la historia volvería a repetirse. - Lárgate de aquí si no quieres que llame a la policía... - su voz se apagó al final de la frase, no fue capaz de sonar tan amenazadora como pretendía y eso la disgustó mucho. Dominik no pareció alterado por esta revelación, ni siquiera mínimamente intimidado. Debería estarlo, pensó desesperadamente Hanna. - Estas con la condicional, si te detienen otra vez...
- Me importa una mierda que me detengan otra vez. Verte compensa cualquier condena. Tienes la cara roja por el esfuerzo, me encanta cuando estás así, con el sudor bajándote por el cuello y esa mirada que pones, como si estuvieras corriéndote. Seguro que tienes las tetas rojas...
- ¡Cállate! - saltó Hanna, perdiendo los nervios. Se había puesto más colorada que antes al escuchar sus sucias palabras. ¿Cómo podía ser tan sádico? Se cruzó de brazos para evitar que le mirara los pechos, llevaba la camiseta usada y grande que se ponía para los ensayos; en cuanto llegara a casa la tiraría y buscaría otra cosa que ponerse. - Lárgate de aquí, mañana tengo una audición, me estás molestando, tengo mucho que ensayar.
- Aquí no puedo molestarte - replicó Dominik sin perder la calma. - Estoy completamente callado, no estoy interrumpiendo tu ensayo. Necesitas que esté aquí, necesitas público, alguien que te diga si lo estás haciendo bien...
- No necesito que tú me digas nada - insistió Hanna, con la voz demasiado aguda para lo que la situación requería. - Quiero que te vayas...y me dejes tranquila... y...
Pero Dominik había abandonado las sombras y se acercaba despacio hacia Hanna, con decisión, reflejándose en todos los espejos de las paredes. Hanna retrocedió torpemente, por extraño que pudiera parecer, Dominik se movía más rápido de lo que en un principio parecía y el muchacho atrapó a la chica cerrando la mano alrededor de su muñeca. Ella gritó, pero él le cubrió la boca con la otra mano y cuidadosamente la arrinconó frente a un espejo. Hanna se removió con inquietud, lanzando un gemido lastimero con la garganta. Dominik le retiró la mano de la boca y ella lo miró suplicante.
- No me aprietes la muñeca, me vas a dejar marcas, mañana tengo una audición... - balbuceó; Dominik atendió sus súplicas, le soltó la muñeca, pero rodeó su rostro con las dos manos y la besó para que se callara de una vez.
- Ya sé que tienes una audición; por eso estoy aquí, para follarte... - le dijo sobre la boca húmeda. Hanna suspiró, con los labios ardiendo y el corazón desbocado. Jadeó al escuchar sus pretensiones y lo agarró de la chaqueta de cuero. Quería apartarlo, pero al mismo tiempo, quería rendirse. - Necesitas ir confiada y relajada, necesitas estar radiante, exuberante; conseguir que esos tipos ardan en deseos de desnudarte y poseerte, como yo deseo desnudarte y poseerte con locura ahora mismo.
- Dominik, no me azotes, no quiero que me dejes marcas... - no se dio cuenta de que se estaba repitiendo, pero Dominik ignoró su petición. Le dio la vuelta y la puso frente al espejo. Sin perder un solo instante, levantó su camiseta y después su top deportivo, dejando al descubierto sus tiernos pechos blancos como la porcelana pero enrojecidos por el esfuerzo del baile e hinchados por el deseo. Eran pequeños, redondos, coronados por dos pezones oscuros ya tiesos. Hanna emitió un largo suspiro cuando él los cubrió con las manos y apretó sus puntas. Se fundió al cuerpo del muchacho, frotándose a él, sintiendo la presión entre las nalgas.
- Si no quieres que te azote, quédate quieta y haz lo que te diga - le susurró al oído. Hanna obedeció y se agarró al poste de madera dónde se sostenía durante los ensayos. Se miró en el espejo, observando a Dominik, observando las manos de Dominik acariciando y estimulando sus pechos. Apretaba con tanta fuerza que Hanna supo que le dejaría marcas moradas, pero los latigazos de placer le nublaron la mente y luchaba entre lo racional y lo irracional, hipnotizada con aquellas caricias tan perfectas, tan descaradas, tan lujuriosas; era como estar viendo una película, era algo inmoral, pero incapaz de apartar la mirada de sus propios pechos, de los dedos de Dominik, duros y encallecidos de sus días en prisión, rodeando y pellizcando su carne.
Hanna sollozó, el muchacho apretaba con fuerza sus pechos, estimulándolos sin piedad. Ella cerró los ojos, pero los volvió a abrir cuando él le ordenó que lo hiciera. Entonces, Dominik cogió el borde de sus ajustadas mallas y las deslizó por sus muslos, dejando al descubierto la piel de sus muslos, igual de pálida que la del resto de su cuerpo. Le dejó la prenda a la altura de los tobillos y acarició sus piernas desnudas, conduciendo deliberadamente la mano derecha hacia el interior de sus muslos. Hanna se sonrojó cuando él acarició sus pétalos, vergonzosamente empapados y comenzó con un suave roce. Levantó la mano, tenía los dedos húmedos y se los mostró a ella; una humillante prueba del deseo que sentía por él. A continuación, su mano volvió a desaparecer y Hanna se arqueó por la impresión. De nuevo se quedó mirando el reflejo en el espejo, en los dedos de Dominik subiendo y bajando, empapando su piel blanca que empezaba a enrojecer. Cuando ya rozaba el borde del orgasmo con los dedos, él se detuvo y apartó la mano. Se lamió los dedos, para horror de Hanna; y para inquietud de Hanna, se apartó de ella una vez degustó su crema. La chica se giró para mirarle, angustiada y confusa. Dominik se acercó al reproductor y seleccionó una canción, la misma de antes.
- Desnúdate. Lo único que puedes vestir son tus zapatillas. Quiero que bailes para mí como si yo fuera el jurado de esa audición tan importante. Si lo haces mal, si no te esfuerzas lo suficiente, te azotaré. ¿Lo has entendido? Baila para mí hasta que yo te diga que puedas parar.
Hanna se enjuagó una lágrima que se le había escapado del ojo y se quitó la ropa, temblando de placer. Tenía los muslos calientes y resbaladizos, no sabía si así podría bailar. Miró al cruel Dominik, levantó los brazos y giró al compás de la música de piano.
Porque sera, que tus chicos malos siempre son tan tentadores, y sus castigos tan placenteros.
ResponderEliminarUn gustazo leer la historia, la inclusion de los espejos y el baile privado le da un toque exhibicionista que realza el morbo de la situacion.
Amiga!!! Como siempre, magistral... Estoy avergonzada porque ando un poco desjuiciada con el relato de Primavera, pero ya verás que sí llego XD.
ResponderEliminarComo siempre, tus palabras, magistrales...Sólo hay una frase que me suena un poco repetitiva "Se miró en el espejo, observando a Dominik, observando las manos de Dominik acariciando y estimulando sus pechos.".... Sí, ando quisquillosa jajaja...
Ni idea de dónde sacas las imágenes para tus relatos, jajaja.
ResponderEliminarEstá genial, Paty, me encantó. Muy bien narrado, como siempre, con mucha pasión y lenguaje medido.
Te recomiendo retirar al final "del ojo", al hablar de la lágrima. Es innecesario.
Besotes y gracias por participar una vez más!!
Me encanto tal y como te dije en Whattpad, besos.
ResponderEliminarPirox, los chicos malos son fantasías, así que los diseño de ese modo, que sean tentadores ;)
ResponderEliminarQuerida Emma, esa frase está escrita con la intención de repetirse, no solo lo mira a él, sino sus manos; pensé que repetirlo daba una idea de la locura que sentía en ese momento.
Maga, tengo mis propias fuentes, jajaja. Pero ya sabes que yo las imagenes las cuido mucho :) Me anoto tu propuesta, siempre pudo haberse limpiado la lágrima de la mejilla, pero quise especificar que no llegaba a salir :P
Muchas gracias por tu comentario, Leila ^_^
Besos a todos!