¿Cuántos libros eróticos se publican cada mes? Muchos. Demasiados. Y, lo confieso, ninguno de ellos me gusta. Os aseguro que más del 90% de lo que se etiqueta como erótico no lo es y la mayoría carece del estilo que a mí me gusta trabajar —sobre este tema hablaré largo y tendido en otros artículos—. Por eso quería comenzar con algo muy básico: explicando cómo trabajo el erotismo en los relatos y cómo lo aplico también a novelas. Esta pequeña guía es una narración sobre la primera vez que escribí un texto erótico y son los consejos que os daría si tuvierais que escribir algo erótico alguna vez. Ni mucho menos pretendo dar con la clave para escribir una buena escena, estos son los pasos que he seguido durante todo este tiempo y me funciona, si bien es cierto que a veces me los salto (oye, es mi método, ¡hago lo que quiero con él!). Puede que a otros escritores no les sirva para nada y seguro que no todo el mundo estará de acuerdo con algunos puntos. Pero en fin, esta es mi historia y espero que os guste y, en especial, que os sea de utilidad.
Gracias a las chicas de Pecados capitales por el apoyo.
1.- El momento y
el lugar adecuado
Andaba yo tan feliz conmigo misma escribiendo la escena que concluía un capítulo. Era una escena “normal” y “corriente” (no estaban pasando cosas buenas precisamente) y buscaba la forma de cerrar el episodio. El texto pertenecía a una novela de fantasía épica en dónde había caballeros, demonios, dragones, héroes fantabulosos y villanos malvados y muy molones. Mientras estaba escribiendo se me cruzaron los cables y de eso que no tiene nada que ver una cosa con la otra, pensé que era el momento perfecto para introducir una escena erótica. Así, sin más. Debió darme un chispazo con aquella tostadora que era mi ordenador, fijo.
Nunca había escrito nada más allá de un beso y eso ya me daba vergüenza ponerlo por escrito. Roces de labios, uh, calla *se sonroja*. Pero me apetecía intentarlo, porque si escribía esa escena justo ahí, el final del capítulo iba a ser MUY épico. Y no hay nada como terminar un capítulo por todo lo alto, ¿verdad? Así que la escribí. A la primera, sin pensar, ahí vomitada sin ton ni son. Era el momento y el lugar adecuado para introducirla. La escena, quiero decir.
El momento y el lugar adecuado es lo más importante de una escena erótica. Un buen inicio es lo que convertirá al texto en algo emocionante pero si ese inicio no es el adecuado el resto del texto es un aburrido intercambio de fluidos. Pensadlo, seguro que os ha pasado. Cuando el inicio de una escena te deja frío da igual las acrobacias que haga el protagonista, leer cómo dos personajes se tocan, se besan y se penetran sin la más mínima chispa, es incómodo. Y lo confieso, si eso pasa, salto la escena y continúo leyendo, ignorando lo que acaba de ocurrir.
Un inicio adecuado no empieza con preliminares ni besos, ni ropa desgarrada o deslizada por el cuerpo. Eso también puede ser aburrido. Estoy segura de que habrá pasado alguna vez, tener muchas ganas de dar rienda suelta a nuestra lujuria y el lujurio/a que está con nosotros va despacito. Y acabas desesperándote con esos preliminares porque quieres entrar en combustión y no puedes. Lo mismo pasa con una escena erótica, si te pasas de preliminares nunca llegarás al final. El comienzo perfecto de la escena es ese instante en que dos personajes se miran y se desean. Lo ves, lo palpas, lo sientes, tus personajes se acercan el uno al otro apartando a todas las personas que hay por medio, se abrazan, se besan, se desnudan y ahí mismo se funden piel con piel para arder juntos. Busca el momento exacto, el momento correcto, la temperatura correcta en la que el hielo se funde o el agua hierve.
Y ya está. No escribas más, no hace falta. De verdad, no me cuentes películas ni me describas la ropa. Eso me lleva al punto:
2.- El tono y
el estilo de la escena
No todo el sexo es igual ni toda la erótica es igual y los personajes no actúan de la misma manera ante las mismas situaciones. Por tanto, el tono y el estilo de la escena ha de ser distinto según el inicio que hemos dado a la escena.
En el caso de mi primera vez la escena era una completa locura. Por lo tanto, el tono y el estilo se tenía que corresponder, tener una coherencia que diera sentido a lo que estaba pasando. Esa coherencia está en el tono. La escena era una locura porque fue algo precipitado, no estaba planeado ni por mí y tampoco por los personajes. Querían pero no podían y, además, sabían que estaban haciendo algo horroroso (podéis leer la escena, lo entenderéis mejor).
La voluntad del querer y desear era más fuerte que ellos, así que se necesitaba un tono y un estilo concreto para ligar el final de la escena anterior con esta. Una vez encuentres el momento y el lugar adecuado, hay que elegir con cuidado el tono y el estilo. Si es una escena divertida, llénala de cosas divertidas. Si la escena es muy seria, haz que sea seria. Si la escena es trascendental como un poema de amor, llénalo de metáforas —sin pasarse, ¿he dicho ya que no aburras?—. ¡Pero!, importante, no mezcles conceptos. Eso me lleva a:
3.- Vocabulario dentro
del contexto
El lenguaje castellano tiene una gran variedad de términos y existe una cosa fantástica que se llama sinónimos. Cada sustantivo o adjetivo que emplees en tu relato o texto tiene un sinónimo correspondiente. Es decir, tiene una palabra que es distinta pero que significa lo mismo. ¿No es genial? ¡Mola un montón!
Conozco varios tipos de relatos eróticos y en mi periplo por este mundo he diferenciado dos muy comunes que se producen con bastante frecuencia. Uno de ellos lo denomino el anatómico, que es aquel texto en el que la anatomía humana es más importante que la escena. Se describe una relación sexual con todo lujo de detalles y nombres técnicos. Solo falta conocer el grupo sanguíneo e incluso el nivel de glucosa en sangre durante el coito, todo un ejercicio de anatomía que ni los que están estudiando el MIR. Al otro lo llamo el tosco, aquel en el que las cosas están nombradas de cualquiera manera, así, sin anestesia, y por querer ser naturales al final el texto es incómodo y difícil de leer sin torcer la cara. Luego hay un tercer tipo de texto que me fascina, el soso, dónde no hay nada de nada de nada de nada. Ya hablaré de eso en otro momento.
Si antes comentaba lo del estilo y el tono, aquí llega el momento de elegir vocabulario. Quería llamar a esta sección con otro nombre pero no quería ser maleducada, pero con esto seguro que entendéis lo que quiero decir: "Nada de pollas cuando no toca" (gracias Feli por tan maravillosa frase).
Hay palabras que, en un contexto concreto, suenan estupendamente (sí, una polla bien puesta puede hacer maravillas). Otras en cambio, no (cuando una polla te salta a la cara, sí, tal cual). Una polla (van tres, odio esta palabra, pero es que quiero dejarlo claro) mal puesta es el término más común de estos textos, igual que lo es un coño (el insulto no, el otro) y otras palabrejas que dan verdaderos escalofríos. Es fantástico que uno quiera llamar a las cosas por su nombre coloquial, que queda más natural y tal. Pero creedme, no todos los personajes, por ser cómo son, las emplean. Si tu protagonista es un joven un poco tímido, por muy machote que sea en la cama no va a emplear la palabra polla. Si la muchacha en cuestión es muy desinhibida, es probable que la utilice. Si me dices que tus labios son como mariposas no metas una p… dónde no toca. C.o.h.e.r.e.c.i.a.
Las palabras neutras están ahí y se pueden hacer maravillas con ellas. No vayáis a lo fácil, eso dice muy poco de vosotros como escritores. Así lo veo, así lo digo. Hay una gran diferencia entre las palabras coloquiales y las de una narración. No quiero obligar a nadie a escribir de una manera concreta pero hay que ser coherentes con lo que se está narrando.
Bien, ya me he desfogado. Pasamos al siguiente punto:
4.- ¿De verdad hacía falta?
Has encontrado el momento perfecto. Ya sabes de qué va la escena, por eso has buscado el tono y el estilo. Sabes lo que quieres escribir. Ahora pregúntate si esa escena hace falta. ¿No? Pues no la escribas. Un momento erótico, si lo incluyes, es un momento importante.
¿Por qué lo es? Supón que tu personaje va a comprar al supermercado. Se detiene en el estante de la leche. Se debate entre una botella de leche entera o una semidesnatada. La diferencia de precio es inmensa, puede que con esos céntimos pueda pasar el fin de mes. ¿Es importante para tu historia escribir el debate interno de un personaje comprando leche? ¿No? ¿Para qué lo escribes, entonces? Pues lo mismo con la escena erótica. ¿Cambiará algo en la vida del personaje si hace el amor con otro personaje o es un mero trámite que has decidido incluir? Piénsalo. Porque si lo único que vas a escribir es un ejercicio de contorsionismo no vale la pena que lo hagas.
Un acto erótico dentro de una novela es algo que debe evolucionar. ¿Para qué la incluyes si no sucede nada entre los personajes? Me dirás, es que con la relación se enamoran. Muy bien, demuestra que ese sexo maravilloso ha servido de algo. Demuestra que, mientras el personaje retoza con otro, está sintiendo cosas. No calorcillo o excitación. Un personaje piensa, siente, la cabeza le da vueltas fantaseando con un millón de cosas, arde de los pies a la cabeza y no entiende porqué. No lo conviertas en un mero trámite solo porque está de moda, no lo escribas si no es necesario. ¿Quieres escribirlo? Pues dale caña. Haz algo increíble con la escena, convierte una escena común (las escenas de sexo narrado son todas iguales, por cierto) en algo inolvidable. Trabaja la escena como si fueses a cambiar el mundo. Como diría Jordi Cruz, “Rock&Roll” (perdonad, es que su voz diciendo eso hace que me entren los calores…)
Una vez tengas claro que vas a modificar el eje de rotación de la Tierra con tu texto, llegamos a:
5.- La coreografía
No vale de nada escribir una escena erótica si no sabes lo que quieres contar o transmitir. Por eso, igual que cuando describes a una persona lo haces en un orden concreto (o deberías hacerlo según el impacto que quieras darle al personaje) es recomendable que pienses en tu escena como si de una coreografía se tratase. Las personas que componen la escena (una, dos, varias, las que quieras) ocupan un espacio y un lugar, y aunque no lo creas, tienen sentimientos. Haz que cualquier gesto sea importante, que cada movimiento se suceda con otro de forma natural y así, completa el baile y termínalo como mejor te parezca.
Es interesante que antes de escribir la escena, la pienses detenidamente. A dónde quieres llegar con esa escena, qué quieres explorar, qué quieres contar y a partir de ahí, desarróllalo todo de principio a fin. La forma en que los personajes intervienen en la escena es importante para el avance de la misma. No trates una escena erótica como una mera formalidad, si haces eso no la pongas, porque entonces no es importante. Si no es importante, prescinde de ello.
¿Quieres describir una escena de sexo explícito? Fantástico, piénsala antes de escribirla. Después haz una progresión de menos a más utilizando el lenguaje y un estilo que más te atraiga. Si la escena es apasionada, usa descripciones vehementes —que no descripciones gráficas—; si la escena es tierna, escribe caricias tórridas y electrizantes —y no aburras con los detalles—; si tu escena es salvaje y desenfrenada, usa frases cortas para conseguir mayor impacto.
Pero lo importante es tener claro lo que van a hacer los personajes. Hasta puedes tomarte la molestia de pensar si lo harán en la cama o encima de la mesa de la cocina, en función de lo que quieras transmitir. Y, por favor, ten en cuenta el mobiliario y en especial, la ropa que llevan puesta. Es imprescindible que pienses la escena, que la visualices paso a paso para evitar que aparezcan ropajes que antes no estaban, caricias en lugares que ya están ocupados, o diferencias de altura que hacen imposible una penetración. Deberías cuidar, incluso, el color de tu escena. Lo digo en serio. Piensa en el color que predomina en la escena y utilízalo en tu favor.
Una vez lo tengas todo pensando ha llegado el momento:
6.- Relájate (y disfruta)
No mires tu escena erótica como algo contra lo que no puedes luchar. No deberías ni plantearte que estás delante de una escena erótica. Has de ser racional con tu texto igual que cuando escribes una escena en la que dos amigas están tomando un café y hablando de sus problemas de vestuario; o cuando escribes como un vampiro desgarra el corazón de su víctima y se baña en su sangre y entrañas para horror de una protagonista que pasaba por allí y es salvada por el cazavampiros de turno. Relájate y haz que sea lo más natural posible. Los eufemismos funcionan si la escena lo necesita, las palabras groseras funcionan si la escena lo necesita. No te agobies, escribe. Una vez empieces, si estás relajado, es probable que vengan cosas a la cabeza y quieras cambiarlo. Cuidado, céntrate, si no te gusta cómo ha quedado y crees que eso nuevo que se te ha ocurrido puede ser mejor, reflexiónalo todo de principio a fin incluyendo lo que acabas de pensar. Si funciona, adelante.
Y eso es todo. Enhorabuena, has escrito una escena erótica. Ahora déjala reposar (ya sabes, tiene que subir la masa y tal) y cuando haya pasado una semana, la lees y la corriges.
Como conclusión a esta pequeña guía narrada quisiera deciros que podéis ignorar todo lo que he dicho y hacer lo que queráis. Puede que mi forma de escribir no funcione con vosotros, en ese caso os invito a busquéis algo que os funcione. No existen los métodos de escritura perfectos, lo que a un escritor le funciona a otro no. Además, cada escritor tiene su propio estilo y trabaja cómodo dentro del género que mejor conoce y el erótico es un género como cualquier otro. No es fácil, no lo tratéis como algo sencillo que podéis utilizar con libertad, como si no pasara nada. Tomaros en serio lo que estáis haciendo. A lo mejor es que yo me lo tomo demasiado en serio, no sé, pero considero que hay que ser buenos profesionales cuando te dedicas a escribir algo tan íntimo como es la erótica.
¿Y vosotros, qué opináis? ¿Hace falta darle tantas vueltas al texto? ¿Añadiríais algo a esta guía? ¿Queréis tirarme un libro a la cabeza? Dejo abierto el cajón de sugerencias. Hasta otra.
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