Problemas con Blogger

Bueno, supongo que a muchos les ha pasado y no es nada nuevo. Después de tres semanas de larga sequía artística, subí un relato justamente el mismo día en que blogger realizaba sus tareas de mantenimiento. Como consecuencia directa, el relato se ha perdido, igual que las dos entradas programadas para esta semana que continuaban la serie. Y como no suelo hacer copias de seguridad (porque llevo como 6 años en blogger y nunca había perdido una entrada), pues tengo que reescribirlo.

De esto ya hace una semana. Sé que hay otra gente a la que le ha ocurrido, y que sus blogs han sido reestablecidos; también sé que hay personas que han perdido los blogs que hicieron ese día, igual que todos los cambios en la plantilla (suerte que yo no hice nada de eso...)

Y por último, también he perdido los comentarios que publiqué ese día en distintos blogs que sigo habitualmente. Mis disculpas si alguien esperaba un comentario y no recibió respuesta. Haber perdido tres relatos no significa el fin del mundo, pero un trabajo que te ha costado tres semanas de romperte la cabeza acabe desapareciendo resulta desmotivador. Espero tener nuevas ideas para esta semana y no tener que retrasar una semana más una actualización.

Un beso íntimo a todos.

8 intimidades:

  1. ¿El relato era el de La Casa del Placer: Claudia?

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  2. Ese mismo era. ¿No lo guardarías por un casual? xD

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  3. He revisado tu blog y, ciertamente es ese el relato que se ha perdido (al menos que yo vea).

    Gracias a los milagros del Reader:

    La Casa del Placer: Claudia

    Había llegado al domus de paredes blancas y columnas rojas a una hora muy tardía y sin escolta. Era lo que debía hacer si deseaba entrar en "La casa del placer", tal como había denominado una de sus íntimas amigas. Aurelia, su amiga, le había explicado que en realidad esa casa estaba bajo las órdenes de una hermosa mujer llamada Lucrecia Aria, una noble hija de senadores y que su esposo, Marco Cicerón era en realidad uno de sus esclavos. Los detalles no importaban a Claudia, la esposa del cónsul Petronio; ella buscaba discreción.

    Un hombre esculpido en carne la atendió en el atrio y Claudia tuvo que hacer un esfuerzo por no quedarse más tiempo del debido estudiando su perfecto cuerpo. Había visto fornidos gladiadores en los juegos de Primavera en honor al César y este se parecía mucho a uno de esos brutales guerreros.

    - Venus ha venido a yacer con Marte - susurró la contraseña que su amiga le había enseñado. - M-me llam-mo Claudia - murmuró a continuación bajando la mirada a sus pies para ocultar bajo las sombras de la capucha de su manto el repentino rubor de sus mejillas. El hombre hizo una leve reverencia con la cabeza, cediéndole el paso hacia el interior.

    - Buenas noches, Claudia, sé bienvenida a la casa de Lucrecia. Yo soy Cicerón. Por favor, sígueme; los dioses te han dado la oportunidad de que dómina atienda tus peticiones en persona.

    La joven romana no pudo evitar pasear la mirada por los hombros del fornido esclavo. ¿Era un esclavo? Los esclavos atendían a los invitados cuando se presentaban en los hogares de los patricios, pero su amiga Aurelia le había dicho que Cicerón era el esposo de Lucrecia. ¿Sería el mismo? Si así fuera, Lucrecia era mujer afortunada por tener a este hombre junto a ella, era la viva imagen de un dios en la tierra. Sus manos parecían robustas, sus piernas firmes... ¿cómo sería el sabor de sus labios? Tenía el cabello negro, muy corto y un flequillo rizado sobre la frente amplia. Una sombra de barba cubría sus mejillas, su piel era del color oscuro de la arena de los campos, su altura prominente, las proporciones de su rostro perfectas; sus ojos, de un gris acero, eran como las dos espadas de un gladiador. Y su espalda, todos sus músculos descendían en perfectas líneas perdiéndose bajo los pliegues de su toga. Ese detalle, el de su túnica, le dijo que no era un esclavo y que se trataba del señor de la casa.


    Claudia tuvo que detenerse un segundo para respirar, le estaba faltando el aire y el corazón le latía descontrolado en el pecho. Al mirar a sus pies se fijó en el impoluto suelo de mármol, tan brillante y pulido que envidiaría al de su propia casa. El impluvium estaba lleno de agua cristalina y un aroma a jazmines dominaba toda la casa. Le extrañó no encontrar murales pintados en las paredes ni mosaicos en el suelo, así como estatuas representativas de la familia Aria. El único adorno que encontró fueron las ánforas situadas sobre pedestales y columnas; pudo ver de pasada el dibujo de una de ellas y el rubor se extendió hasta sus orejas.

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  4. He tenido que partirlo en trozos, pero ahi está ^^

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  5. O.O

    ¡¡Muchísimas gracias!! ^^ No sabes lo feliz que me haces, no sé como darte las gracias, ¡pero gracias!, muchas gracias por recuperar esta entrada. Si puedo hacer algo para devolverte el favor, aquí me tienes ;)

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  6. De nada, ha sido un placer ^^

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  7. Anónimo21:59

    Utiliza Lazarus, el programa te permite grabar automaticamente lo que escribas, y recuperarlo en caso de perdida. Muy util cuando te has olvidado de guardar lo que has escrito, y llevas mucho tiempo con el.

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  8. Gracias Anónimo, conocía el programa, pero no lo había usado hasta ahora. Creo que ya es un buen momento de hacerlo ;)

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