Descansaba entre sábanas blancas un cuerpo desnudo, únicamente cubierto por unas largas medias de encaje negro con intrincadas puntillas a la altura de los muslos, y sus manos también iban cubiertas por unos guantes largos del mismo estilo. El vampiro contempló fascinado a la mortal, a la que también había puesto un antifaz a juego. Le había pintado los labios de rojo, y las uñas de las manos y los pies de una tonalidad más carmesí. Su pelo castaño-anaranjado estaba extendido en forma de abanico y su piel era suave y pálida, de textura de porcelana.
Estuvo contemplándola durante al menos una hora, orgulloso de su obra, hasta que ella empezó a removerse y a despertar del letargo en el que el vampiro la había sumido. Mientras ella dormía, él la había vestido, perfumado y maquillado a su gusto. Se acercó a la cama y acarició sus pies. Ella se estremeció, asustada.
- ¿Quién eres? - preguntó, con un timbre nervioso en la voz. - ¿Dónde estoy? - movió la cabeza a un lado y a otro y se dio cuenta de que no podía mover los brazos. Y tampoco las piernas. Unas cintas de seda rosa la ataban a la cama.
- Tranquila, pequeña Gabrielle. No tienes que tener miedo... - la voz, seductora, penetró en los sentidos de la mortal y un escalofrío le recorrió el cuerpo.
- ¿P-por qué me llama Gabrielle...? - murmuró recostándose, tironeando de las cintas. - No me llamo así...
- Claro que te llamas así - sentenció el otro, poniendo un dedo sobre sus labios. Se arrodilló al lado del cuerpo y pasó un brazo por sus hombros, alzándole un poco la cabeza. Y el cuello. Con la otra mano acarició sus labios y sus pómulos. - Mi pequeña muñeca... - con ternura y pasión, el vampiro besó a la mortal, deslizando un dedo por su barbilla, su garganta y su esternón, para coninuar por su vientre hasta su entrepierna desnuda. Aquel dedo largo y fino se metió entre sus muslos y se deslizó entre ellos buscando entrar sin ningún tipo de pudor. Ella gimió sorprendida, abrumada y asustada, pero mientras él jugueteaba con su lengua y sus labios, el dedo penetró impúdicamente sin resistencia y la chica arqueó la espalda emitiendo un quejido, entre placentero y doloroso. - Querida... - susurró el cainita en su boca húmeda. - No sabes lo afortunada que eres...
Un océano de niebla de Elizabeth Bowman - Narrado por Arancha Del Toro
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Sinopsis:
El mundo se ha terminado para Gillian ahora que él la ha abandonado. Es
cierto que una niña ha nacido de los dos. Pese a eso, ella no puede co...
Hace 1 día
Sensual y lleno de matices que auguran lo mejor.
ResponderEliminarEsperando...
Besitos!
Una gran debilidad son los vampiros. Siempre tan misteriosos...
ResponderEliminarPor cierto, me tienes sobre ascuas con lo del diario de Flor Muerta :D
Besos gélidos!
Hum, tienes toda la razón, querida Ikana, he estado haciéndole un lavado de cara el diseño de ese blog, en breve continuará la historia de mis vampiros favoritos ^^
ResponderEliminarSutil....
ResponderEliminarMuy sensual y relajado -.-
ResponderEliminarCorto pero excitante xD
ResponderEliminarUn abrazo momifiado
Se nota que has leído mucho a Anne Rice. Reconozco en tus letras su erotismo, y no sólo por la temática vampírica. Incluso el nombre, Gabrielle, me resulta familiar.
ResponderEliminarSaludos, Paty. Un placer visitar tu blog.