Renacimiento (VI)

Lady Valeria Kirbridge contuvo la respiración a medida que iba siendo invadida por el arma más ardiente que disponía el señor Kirbridge. Cerrar los ojos intensificó ese momento, pues solo veía puntos brillantes allí dónde mirase y el placer se abría paso arañando toda su piel. Era como derretirse, como si lord Kirbridge fuese una vara de hierro caliente y sus nalgas fuesen de crema sensible. Cómo untar mantequilla sobre una rebanada de  pan caliente. Cómo meter una cuchara en un tarro de miel espesa. Emitió un gemido profundo, estrangulado por la mordaza, sintiendo como su piel transpiraba por el esfuerzo.

Las manos de lord Kirbridge se habían anclado a sus caderas, con un profundo envite terminó de entrar por completo y allí se detuvo, fundiéndose piel contra piel, permitiendo que ella pudiese acostumbrarse. Ella solo podía pensar en una cosa, no en dos al mismo tiempo; se divivía entre respirar o disfrutar de la ardiente sensación de tener la magnífica erección de su esposo completamente hundida en sus entrañas. La suavidad del edredón sobre el que se recostaba envolvía su pecho, el cuerpo firme de lord Kirbridge cubría su espalda y un calor abrasador nacía directamente de su entrepierna. Se sentía colmada, pero no saciada y ese sentimiento se desbordaba por todos los poros de su piel.

- Oh, mi amor... - murmuró él con la voz deformada por el placer.

Lady Kirbridge exhaló una larga bocanada de aire cuando sintió que el hombre se retiraba y una sensación de abandono y desamparo inundó sus ojos con una nueva oleada de lágrimas. Y entonces él volvió a empujar, con más fuerza, llenándola de nuevo con su calor y su orgulloso miembro, tan profundamente que lo sintió hasta en el corazón. No hubo pausa en su movimiento, esta vez volvió a abandonarla para hundirse con presteza en aquella cavidad prieta, abriéndose paso con más facilidad. Lady Kirbridge usó el apoyo que tenía sobre la cama para fundirse con él cada vez que empujaba y lord Kirbridge llegaba cada vez más lejos. No era suficiente para ella, y tampoco para él. Creciendo en espiral, el deseo y la locura se mezclaron como una potente droga y entre gritos ahogados por la mordaza, Valeria sucumbió al más primario de los apetitos.

Lord Kirbridge se transformó en una bestia agresiva y despiadada, algo que a lady Kirbridge no le importó en absoluto. El hombre se afianzó tras ella para doblegarla con más ahínco, sus pieles se volvieron brillantes y sus jadeos se mezclaron en una sinfonía de gemidos y lamentos apasionados. Ella recibía lo que él ansiaba entregarle y ella lo aceptaba con tanto anhelo que a pesar de sentir todos los miembros de su cuerpo entumecidos por la forzada posición, no le importaba. Un pinchazo de dolor en su pecho la trajo de vuelta a la realidad, como si hubiese estado sumida en un trance. El placer restalló como un látigo y creció, creció cuando lord Kirbridge apretó su pecho con la mano y pellizcó su cima con los dedos. Sin por ello dejar de penetrarla con ardor y pasión, haciendo que se sintiera complacida y dolorida por igual, completamente atendida, sin abandonar ni un solo rincón de su cuerpo ni permitir que cualquier recoveco quedase sin estimulación. Ella se dobló de placer, con la voz rota, sin poder gritar más y los pellizcos en sus pechos continuaron a modo de castigo, uniendo todas las partes de su cuerpo con cables eléctricos invisibles que enviaban descargas a todo su cuerpo. Entonces lo sintió, sintió que el final llegaba, lloraba de alegría al pensar que por fin obtendría el deseado alivio.

Esperó, paciente, sus palabras. Hizo un esfuerzo sobrehumano por ser paciente y aguardar esas palabras que le permitirían romper la barrera de conteción y dejarse llevar por el momento. Quería correrse con toda su alma, con toda la potencia fisica posible. Tuvo miedo porque prometía ser algo intenso, largo y casi doloroso. Y el momento se alargó tanto tiempo que empezó a chillar de pura frustración. Lord Kirbridge empujó una vez, clavándose hasta el fondo y se derrumbó sobre ella, con todo su peso, hundiéndolos a ambos sobre la cama. Se apretó fuerte a ella.

- Córrete, mi vida... por favor, hazlo, ¡ya!

Lady Kirbridge no terminó de escuchar su frase, sus propios gritos la ensordecieron. Sus convulsiones fueron tan violentas que su cuerpo estalló por completo. Sus pulmones no podían contener sus jadeos y su nariz era de orificios pequeños que apenas podían permitir la entrada de aire en su pecho. Por no hablar del peso de lord Kirbridge sobre su cuerpo y el cinturón apretado a su garganta. La falta de aire hizo que perdiese el sentido, que todo le diera vueltas; pero aún así pudo sentir los latidos del cuerpo de su esposo, escuchar sus roncas palabras de éxtasis susurradas en su oído, los estremecimientos de sus brazos y la simiente que derramó en su interior en una oleada ardiente. Cuando los temblores cesaron, lord Kirbridge se separó de ella, saliendo de forma tan repentina que lady Kirbridge sufrió una repentina convulsión. Su fuerte mano se posó sobre su cadera, transmitiéndole tranquilidad y ternura. No iba a soltarla. Todavía no.

- Te amo con cada célula de mi cuerpo, Valeria - declaró lord Conrad Kirbridge con emotividad. - Cada nervio, cada gota de sangre, vibra cuando te hago el amor. Espero que entiendas, dulce esclava mía, que no tengo mesura ni prudencia. No he acabado contigo aún por esta noche.

Se levantó y se alejó. Lady Kirbridge todavía estaba mareada, pero sentía el ardiente néctar de su amado dueño resbalarle por la piel, por ese agujerito ahora dolorido y dilatado. Su sexo aún palpitaba. No había entendido bien el mensaje de lord Kirbridge, sólo había captado el matiz posesivo y peligroso. Amenazaba con volver a empujarla contra el abismo de un placer indescriptible. ¿Podría soportarlo? Por Él, haría lo que fuese. Escuchó que regresaba. Lady Kirbridge estaba aturdida y tirada sobre la cama, con los muslos separados, los pies atados a las patas de la cama y el trasero levantado que exhibía sin ser consciente de ello. Lord Kirbridge se sentó en el borde de la cama, a su lado y puso una mano sobre sus riñones. A continuación, Valería sintió algo invadiendo de nuevo el mismo lugar dónde su esposo había estado escasos segundos antes. Se puso tensa.

- Relájate - exigió su Amo. Ella se obligó a relajarse, pero se le saltaron las lágrimas al sentir aquel objeto ovalado penetrando entre sus nalgas. - Acéptalo - demandó sin piedad. Ella apretó los dientes y lord Kirbridge lo introdujo por completo, encajándolo a la perfección en su cavidad trasera. A lady Kirbridge le ardieron las entrañas otra vez y el nudo de placer, que parecía ya disuelto, se tensó en su vientre nuevamente. - Muy bien, mi amor. Así me gusta. Ahora, levántate.

12 intimidades:

  1. Yo pensaba que Lord C era malvado... Pero Lord K le supera XD
    ¡Me encanta!

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  2. Esos puntitos brillantes: déjà vu... qué delicioso...!

    El sentir que no queda espacio del cuerpo sin ser poseído... been there, done that... uufff!

    Y aquello de: "Te amo con cada célula de mi cuerpo, Valeria" pues... sólo cambiamos el nombre por Vivi (¿ves? hasta la misma letra inicial) y voilá...

    ...hoy me sentí completamente la protagonista de tu relato.

    Delicioso como siempre, Paty, pero hoy con un sentir particular en cada pedacito de mi mente.

    Gracias por ello.

    Espero ansiosa por más.

    Buen finde, preciosa.

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  3. Uf!, k calor!. Soy yo o es k se ha subido la temperatura del ambiente?, jejeje

    Excelente kerida Paty, no hace falta decir nada más... Las palabras sobran.

    Saludos guapa y feliz fin d semana!, muak!!!!

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  4. Genial, brillante, magnífico... ¿sigo? Me ha encantado
    Que pasión y cuanto amor... ainsss lo voy a leer de nuevo porque de verdad está increíble.
    Un beso tremendo

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  5. Me quedo con esta frase...sintió que el hombre se retiraba y una sensación de abandono y desamparo inundó sus ojos con una nueva oleada de lágrimas...

    Así es, es ese el sentimiento que te embarga cuando no lo sientes dentro, vacio. Y lo que más ansias es volver a sentir que te llena, que colma tu felicidad y placer.

    Me ha traido recuerdos esa frase.

    Un besazo enorme Paty, genial.

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  6. Por qué has cambiado la forma de comentariossssssssssssssssssssssssssss?????!!!!!!

    Ya... me desfogué... jejeje XD!

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  7. Pues porque estoy intentando que en esta plantilla mía que tantos dolores de cabeza me da, incluya la novedad de comentarios anidados. ¡Pero no hay manera! xD

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  8. Así que responderé como siempre, a todos uno por uno, en cuanto deje de pelearme con los códigos ;)

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  9. Uffff que tremendo! Que intensidad, que tensión, que pasión desbordante.
    "Te amo con cada célula de mi cuerpo, Valeria - declaró lord Conrad Kirbridge con emotividad. - Cada nervio, cada gota de sangre, vibra cuando te hago el amor. Espero que entiendas, dulce esclava mía, que no tengo mesura ni prudencia".
    Impresionante. Besossssss

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  10. Sheishi, la idea de esta historia era convertir a lord K en alguien insuperable :P Parece que lo he conseguido :D

    Hola Sweet, no imaginé que un relato pudiera ser tan profundo, así que es un halago que lo haya conseguido. Muchas gracias por ello ;)

    Bienvenida de nuevo, querida Dulce, ¡Te echaba de menos! Besos y abrazos a montón!! ^^

    Leelo cuantas veces quieras, aleera, que de momento es de libre distribución!! Jajaja. Un beso!

    Princesa, me alegro de que a ti también te haya traído recuerdos de algo bueno. Muchos besos!

    Hada, ¡si es que las frases épicas me encantan! Y por lo visto han salido varias. ¿Hago una encuesta? xDD

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  11. ufff me encanta!! Hay cada frase, fragmento q es casí para enmarcarlo...excelente..no hay más que decir.

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  12. Mareada como lady K me he quedado yo... Y con la forma y las palabras que usas... Me encanta!!!

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