No entendía cómo había sido capaz de elaborar una mentira tan creíble, llevarla a cabo y excusarse de la velada con la mayor discrección posible. Le había puesto el empeño suficiente para darse cuenta que estaba absolutamente convencida de volver a estar a las órdenes del infame lord Crawford. ¡Qué hombre tan cruel! Y qué estúpida era ella, por otro lado.
Las instrucciones habían sido precisas y, cuando se encontró frente al coche que la estaba esperando ante el edificio con la bandera de Alemanía, percibió que él también había sido meticuloso con sus plan. Un hombre con el uniforme de chófer, con la gorra calada hasta los ojos y guantes blancos, le abrió la puerta trasera del impresionante vehículo. Las sinuosas líneas del diseño le recordaron a las curvas de una mujer; unas caderas firmes y torneadas cuya silueta estaba perfilada por el brillo de la luna. Los cristales estaban tintados, nadie podía ver el interior.
- Buenas noches, milady - saludó el conductor con calurosa formalidad y sonrisa amable. Lady Kirbridge también sonrió contagiada por la calidez del trato. - Mi nombre es Ford y seré su chófer esta noche. Si es tan amable de acomodarse, la llevaré dónde el señor la está esperando...
Lady Kirbridge dudó antes de entrar, observando a Ford con atención. Lord Crawford había dicho que tenía que obedecer todo lo que Ford mandase; ¿qué clase de cosas le mandaría hacer? ¿Ese tipo de cosas? Entraba dentro de lo posible, los gustos del señor Crawford eran escandalosos para alguien de su posición. Solo imaginar que volvería a someterse a su voluntad le hacía temblar las rodillas. Lady Kirbridge sintió que su comportamiento era errático; si no deseaba hacerlo, solo tenía que darse la vuelva y excusarse. No le debía nada a Lord Crawford. Además, estaba totalmente convencida que el señor Crawford no actuaría por despecho. Pudiera tener gustos extraños para con las mujeres, pero seguía siendo un caballero. Armándose de valor, entró en el coche y Ford cerró suavemente la puerta.
Los asientos eran de suave cuero y el interior era más grande de lo que se veía por fuera. Había un paquete de color borgoña con un lazo negro en uno de los asientos, así que Lady Kirbridge se sentó en el lado libre. Al cabo de unos segundos, con un suave rugido que la hizo temblar, el Aston Martin se puso en marha. Y con él, la voz enérgica y cálida de Ford.
- El señor Crawford me ha dado instrucciones precisas mientras nos dirigimos a su hacienda. ¿Tendrá a bien cumplirlas en los términos acordados? Quédese tranquila, todo lo que haga en este viaje está sujeto a la más estricta confidencialidad profesional; mi trabajo consiste únicamente en llevarla frente al señor Crawford, tal como él ha ordenado.
Lady Kirbridge asintió en silencio; de nuevo ese remolino tensándose en su vientre, como un látigo a punto de cortar el aire. Ford tomó una curva y el coche se deslizó suavemente sobre el asfalto. Las luces de las farolas iluminaron intermitentemente el interior del coche y la mirada de Ford se encontró con la de lady Kirbridge. Tenía los ojos oscuros y penetrantes bajo las sombras de la gorra.
- Bien. Si es tan amable, eche un vistazo a ese paquete que hay junto a usted - demandó. Ella obedeció, deshaciendo el lazo para abrir la caja. Dentro habían hermosas piezas de lencería, las más refinadas que ella hubiese visto alguna vez. Daba miedo cogerlas por si se descosían. - En primer lugar, debe levantarse la falda del vestido hasta la cintura y ponerse las medias con los ligeros en cada una.
El látigo de su vientre restallón con un golpe directo entre sus piernas y se removió inquieta en el asiento. Lord Crawford le había robado la ropa interior antes de marcharse, por lo que si se levantaba la falda, Ford tendría una vista perfecta desde el retrovisor. Se produjo un largo silencio mientras avanzaban por la silenciosas calles del Londres nocturno. Tras una corta pero intensa vacilación, antes de que Ford volviese a repetir la instrucción, lady Kirbridge optó por quitarse la gabardina negra que la protegía del frío. Con extremada lentitud la dobló al lado del paquete, para después proceder a levantarse la falda. Evitó mirar hacia el espejo retrovisor de Ford cuando la prenda alcanzó sus muslos y, alzándose ligeramente (no sin dificultad), se levantó la falda hasta la cintura. Cuando se sentó directamente sobre el cuero un escalofrío le sacudió la espalda y ahogó un gemido. Estaba ligeramente húmeda. Ignorando la inquietud de saberse espiada, lady Kirbridge envolvió sus piernas en las delicadas medias de intrincado encaje. Con cuidado, cualquier movimiento podría romperlas y eran demasiado bonitas. Luego, ató los lazos violetas alrededor de sus muslos y volvió a alzarse para bajar la falda.
- No, no lo haga. La falda debe quedarse en la cintura el resto del viaje - dijo entonces Ford. Lady Kirbridge levantó la mirada y se encontró con la del chófer en el espejo.
- ¿No debería mirar a la carretera? - protestó ella con las mejillas coloradas.
- Y también debo asegurarme de que cumple con las instrucciones - giró entonces el volante con mucha suavidad y el coche realizó un cambio de dirección hacia la derecha. - Puede negarse a obedecer las instrucciones de lord Crawford, pero informaré de ello a su llegada. Él hará lo que considere oportuno según su grado de colaboración, señora Kirbridge. Ahora, si es tan amable, siéntese en el borde del asiento y separe las piernas.
Lady Kirbridge se negó. No lo expuso mediante palabras, simplemente se negó internamente a hacerlo y Ford esperó pacientemente sin añadir nada más.
- ¿Va a mirar? - preguntó cuando el silencio fue otra vez demasiado opresivo, aunque ya sabía la respusta.
- Por supuesto que lo haré, lady Kirbridge. Y no es porque desconfíe de usted, pero el señor me ha pedido que me asegure y en el cumplimiento de mi misión debo tener la certeza de que ha abierto sus muslos tal y como él ha pedido.
Lady Kirbridge temblo visiblemente, removiéndose en el asiento. Se sintió un poco más húmeda que antes, más excitada y eso le extrañó. No habituaba a sentirse emocionada al saber que la miraban. Ni siquiera había fantaseado con ser espiada. Tragó costosamente, deslizando el nundo de su garganta hasta su vientre, dónde explotó con fuerza. La onda expansiva abrasó toda la hendidura de su sexo y atizó un agudo pinchazo en sus pezones, los cuales empezaron a dolerle. Con la cabeza un tanto nublada por el repentino ardor fogoso, lentamente se deslizó deliberadamente por el asiento frotándose contra el cuero. Fue gustosamente placentero. Esperaba que Ford no se hubiese dando cuenta de lo que acababa de hacer. Recostándo la espalda en el asiento, lady Kirbridge abrió las piernas, dejando al descubierto su intimidad a los ojos de Ford. Observó por el espejo como deslizaba la mirada por su cuerpo hasta encontrarse con su sexo y este palpitó con tal fiereza ante el escrutinio que lady Kirbridge tuvo que reprimir un suspiro.
- Bien - la voz de Ford se crispó ligeramente, pero recuperó tan rápido la compostura que lady Kirbridge creyó que solo había sido producto de su oscura imaginación. - Humedezca el dedo corazón de su mano derecha. No, no con la boca.
Preguntar dónde debía humedecerlo sino era con la lengua hubiera sido estúpido. El calor volvió a inundar el rostro de lady Kirbridge; a esas alturas ya nada la escandalizaba. Su sexo vibró con tanta intensidad que creyó por un momento que Ford lo había escuchado. Apretó los labios para no delatar sus gemidos y dirigió la mano derecha hacia sus muslos ardientes. Prefirió cerrar los ojos para no encontrarse con la mirada de Ford, inspiró profundamente y con la yema de su dedo corazón recogió unas pocas gotas de su nectar, rozando por fuera su sexo. Si tocaba entre los sensibles pliegues seguramente sufriría un estremecimiento violento. El chófer nada dijo. Lady Kirbridge tragó saliva y humedeció un poco más su dedo corazón, comprobando la forma en que su sexo respondía a deseos tenebrosos. Invadida por un irrefrenable deseo de aliviar el dolor palpitante de su entrepierna, empezó a acariciarse suavemente.
- Es suficiente - dijo entonces Ford. A regañadientes apartó la mano de su sexo, pero no abrió los ojos. - Debo comprobar que no lleva nada más bajo el vestido. Si lleva algún tipo de corsé o sujetador, quíteselo. Muestreme los pechos.
Lady Kirbridge supuso que para cuando llegase a la mansión de lord Crawford acabaría completamente desnuda. Animada por el hipnótico movimiento del coche sobre la carretera y las excitantes órdenes del chófer, deslizó los tirantes de su vestido por los hombros.
- No llevo nada - aseguró desnudando sus pechos, brillantes y erectos. El caro vestido no era más que un cinturón arrugado que cubría su vientre. Ford asintió, doblando hacia la izquierda.
- Desde aquí observo que sus pezones no están lo suficientemente puntiagudos. Por favor, lady Kirbridge, endurezcalos un poco más. Ah, vamos mal de tiempo, estamos a punto de llegar. Hágalo rápido. Y con las dos manos. Si es posible, humedezcalos con la lengua.
Se mordisqueó el labio inferior con inquietud, su sexo no hacía más que responder a las palabras de Ford mojándose cada vez más. Su respiración era todavía normal, aunque su corazón latía tan fuerte que chocaba contra su tórax. Se rodeó los pechos con ambas manos y apretó ligeramente los pezones con los dedos. Tironeó de ellos, insistiendo hasta lograr que se pusieran más duros. Ford no dijo nada durante varios minutos, y eso solo podía significar que no estaba satisfecho. Lady Kirbridge ya no podía soportar más las caricias, así que hizo lo que Ford había sugerido. Era algo que nunca había hecho y, francamente, era bastante complicado que su propia boca alcanzara las tiesas cumbres. Estiró la lengua todo lo que pudo, con cierta frustración comprobó que no llegaba, así que trató de llevar su pecho a la boca. Tras un duro esfuerzo logró que la punta de su lengua humedeciera ligeramente la punta de su pezón. Se sintió ligeramente orgullosa de su logro.
- Muy bien, lady Kirbrige. Hemos llegado. Quédese así hasta que hayamos llegado a la cochera - anunció Ford enfilando el vehículo por un camino flanqueado por altos arbustos. Lady Kirbrigde trató de mirar por la ventana para ver la mansión de lord Crawford: una impresionante edificación de tres pisos con un gigantesco jardín delantero.
El conductor rodeó el edificio y se metió en una pequeña casita anexa en la parte de atrás. Aparcó al fondo y apagó el motor.
- Informaré a lord Crawford que ha cumplido todo con elegante diligencia - dijo Ford bajando del coche. Se acercó a la parte trasera y abrió la puerta, tendiendo una mano a lady Kirbridge para ayudarla a salir. Ella titubeó, pero aceptó la mano y cuando sus dedos rozaron los del hombre un latigazo recorrió el brazo para volver a estallar entre sus piernas. Salió del coche sosteniendo el vestido en la cintura, cubriéndose las caderas a duras penas.
Un océano de niebla de Elizabeth Bowman - Narrado por Arancha Del Toro
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Sinopsis:
El mundo se ha terminado para Gillian ahora que él la ha abandonado. Es
cierto que una niña ha nacido de los dos. Pese a eso, ella no puede co...
Hace 17 horas
Se ve que Lord Crawford le gusta sus mujeres, como su comida a domicilio. Calientes y justo a tiempo.
ResponderEliminarOk, dejando el chiste malo a un lado. Me encanta el relato, estoy deseando adonde va llevar esto.
Saludos, Fake.
ResponderEliminarOlvidas que lord Crawford cuida mucho la presentación y la puesta en escena :P
Un beso íntimo :3
Fabuloso!, ardiente, sensual... Este relato tiene d todo y ya estoy deseando leer la continuación...
ResponderEliminarMenudo calentón tuvo k soportar el chofer!, jejeje
Saludos
Saludos Dulce Cautiva :)
ResponderEliminarTodo buen relato tiene que tener un poco de todo. Si se baja la temperatura, corre el riesgo de enfriarse y eso no está bien.
Un beso íntimo :3
Que intrigada me tiene ese chófer...quien será? será un simple chófer acometiendo las ordenes de su jefe? o quizás no sea quien dice ser? ahhhhhh que intriga...muy morboso el relato.
ResponderEliminarUn besito y tienes un detallito en mi blog.
Saludos, princesa Celta ^^
ResponderEliminar¿Quién sabe? Puede que solo sea un chófer. ¿O quizá no? ¡Qué intriga!
Besitos íntimos ;)
Uffffffffff, mira que llego a leerte a las 10:39pm... y ahora???? Qué calorcito eh??? Ufff....
ResponderEliminarVaya chofer....
Sigue, sigue!!!
Besitos cálidos.
Hola Sweet ^^
ResponderEliminarEl calor aprieta en julio, la hora da un poco igual :D Veremos que nos depara este viaje y la llegada a la mansión , ¿no se estará impacientando lord Crawford?
Un beso íntimo:3
Es que... nena.... aquí es pleno invierno!!!! jajaja!
ResponderEliminarPero estás derritendo hasta la nieve de los nevados, jajajaja!
Muaksssssssssssssssss!
Ah, el hemisferio sur. Bueno, cuando aquí estemos helados, vosotros estaréis calentitos ^^
ResponderEliminarBesos :)