El paisaje siempre había sido el mismo: una larga bahía de color ocre, un cielo amarillento cubierto por espesas nubes que no permitía el paso a los rayos de sol, palmeras de hojas pajizas y muros de acero hundidos en la arena que conformaban las murallas exteriores del complejo. Pero aquella mañana, mientras lloraba, descubrió algo en la playa: a una persona, allá lejos, en la orilla. Era extraño, en aquel paraje nadie tenía permiso para entrar en la única playa no contaminada del planeta salvo la hija del Technobarón. Solo ella tenía permiso.
La figura reparó entonces en ella y se dirigió hacia dónde estaba. La muchacha se secó los ojos rápidamente y a medida que el extraño se aproximaba, pudo apreciar una robusta estructura de metal con forma humanoide, de cuya espalda brotaban extraños cables y tubos. Lentamente, aquella persona metálica se fue acercando y sus ojos, dos luces de color azul tras una rendija, parpadearon antes de quedarse completamente fijos. Ella lo contemplo fascinada y sorprendida; era un androide de apariencia masculina, sus piezas estaban perfectamente forjadas y esculpidas, dando la sensación de tener una musculatura perfecta.
- Hola - dijo el desconocido con voz mecánica, pero tonalidad agradable. - ¿Por qué lloras? - le preguntó. Ella apretó los labios y nuevas lágrimas brotaron de sus ojos.
- Nadie me ama - sollozó. - No tengo nada mecánico en mi cuerpo, soy completamente de carne y hueso y dicen que hasta que no implante nada en mi sistema que sea robótico, no soy hermosa.
El androide miró fijamente a la mujer.
- Yo estoy hecho de una aleación especial de acero, bronce, hierro y cobre, no tengo ningún apéndice de carne o hueso. Mi amo me lanzó al mar porque mi aspecto no agradaba a su esposa, a pesar de que ella se sentía completamente satisfecha de mis labores...
- ¿Tus labores? - preguntó con curiosidad. El androide levantó una enorme mano y recogió una lágrima con uno de sus dedos.
- Soy el único modelo robótico con forma humanoide, creado expresamente para complacer carnalmente a las hembras biológicas - la muchacha se sonrojó, pero el androide no le dio importancia a su turbación, para él era algo normal. - Eres la primera mujer completamente biológica que he conocido. A mi parecer, tu estructura facial es muy hermosa. No deberías llorar.
- Eres el primer hombre completamente mecánico que he visto - murmuró ella, sonrojada por el cumplido. Todos los androides que ella conocía eran máquinas sin forma.
- Tu constitución celular me resulta fascinante... - el droide rodeó el rostro de la joven con sus grandes manos y ella se estremeció. - Eres delicada...
- Y tú estás frío...
- Eso puedo arreglarlo - poco a poco, el metal de sus manos se calentó hasta adquirir una temperatura agradable.
La muchacha se sintió tan asombrada que la curiosidad la impulsó a acercarse al cuerpo del hombre mecánico para darle un abrazo. Su torso era fuerte, musculoso y acogedor. Del mismo modo, el pelo sedoso de la joven atrajo al androide, que empezó a acariciarlo entre sus metálicos dedos.
- Me gustas... - declaró ella tímidamente.
- Estoy hecho para agradar... - aseveró él.
- Nunca he estado con un hombre... mecánico
- Ni yo con una mujer... biológica...
La muchacha se puso de puntillas y depositó un beso en lo que en un humano normal se correspondería con una mejilla. Él, por el contrario, besó a la joven en los labios tiernos, sabiendo que a las mujeres les gustaban esas cosas; y pensando que nunca había tenido contacto con unos labios completamente carnales. Se sintió impulsado a descubrir como sería el resto de su cuerpo, si sería igual de blando, igual de tierno, igual de delicado. Si sería húmedo.
Ella le devolvió el beso como mejor pudo, el calor de su torso resultaba agradable y rodeó su cuello con los brazos para fundirse a él. Su propio cuerpo pedía un contacto más estrecho con el cuerpo del androide desconocido. Él rodeó la cintura de la joven con delicadeza y con dos rápidos tirones rasgó su vestido blanco para desnudarla; abrazándola y besándola, la tendió sobre la arena. Ella suspiró cuando la boca del androide se deslizó por su cuerpo, cuando besó sus tiernos pechos, cuando los acarició con sus dedos grandes, cuando él se acomodó entre sus muslos. El androide acarició el cuerpo de la muchacha con experiencia adquirida, tanto en años como en la información que contenía su sistema, de pronto se sintió atraído por la humedad y el calor que crecía entre las piernas de ella. Fascinado, acarició su sexo, escuchando y procesando los gemidos y suspiros que ella emitía. Acarició su cavidad, de un lado a otro y encontró ese pequeño punto que a las hembras tanto le agradaban que tocase. La muchacha se mordió los labios, suspirando apasionadamente. Con gran maestria, a la vez que estimulaba su lugar más sensible, deslizó uno dedo al interior de su cuerpo para entregarle el mayor de los placeres.
Le resultaba fascinante la forma en que ella sentía su tacto metálico, así, sin dejar de acariciarla y de provocar más y más humedad en su cavidad, extrajo aquel apéndice que llevaba incorporado que tanto agradaba a las hembras. Lo insinuó entre las piernas de la muchacha y esta se estremeció. Retiró los dedos y la penetró lentamente. Sus lecturas se dispararon, ella arqueó la espalda con violencia y emitió un gemido placentero. Él era capaz de interpretar los sonidos y reacciones de una mujer, pero no era capaz de interpretar lo que a él lo impulsaba a abrazarla y a besarla para que aquel momento fuera el más delicioso en la vida de aquella chica que antes estaba triste y ahora disfrutaba.Era contradictorio, deseaba complacerla y a la vez, deseaba complacerse él mismo, pues ella era tierna, era blanda, ardía y eso no lo había visto en ninguna otra mujer.
Movió mecánicamente las caderas para que el contacto fuese mayor, con movimientos entrenados empezó a complacer a su amante, pero pronto le resultaron toscos para alguien tan frágil como ella. Así que improvisó, la abrazó, aumentó la velocidad, se dobló para besar sus pechos, morder sus pezones, sintiendo la fuerte respiración de ella y su cuerpo tembloroso debajo de su enorme estructura mecánica. Las olas rompían a los pies de ambos, hundiéndolos en la arena, ella suplicó más y él no entendía que más quería, que más necesitaba, así que se hundía más en ella, la estimulaba y la complacía.
Al final, ella se estremeció con tanta violencia que el androide derramó su humedad en el interior de ella; el cuerpo de la muchacha tembló sintiendo el fuerte cuerpo del androide encajarse perfectamente en su cuerpo y ahogó un orgasmo apretando los labios, su voz dejó de emitir gemidos para convertirlos en suspiros.
- Me gustas... - dijo la joven, con las mejillas encendidas, el cuerpo brillante de sudor, la respiración agitada y una expresión de felicidad y calma en su rostro.
- Y tú a mi... - respondió el androide.
Increible, maravilloso, excitante y puramente genial!!! Me has conquistado hasta el alma querida Paty. A sido, Guau!Me quedo sin palabras para expresar lo que siento. Genial, fabuloso excitante!No encuentro palabra alguna para ello!!!
ResponderEliminarBesos gélidos
P.D.:¿Lees Philip k. Dick?
Me alegra que te haya gustado tanto ^^
ResponderEliminarLa verdad es que conozco su obra, pero no he tenido oportunidad de leer nada todavía. El título de la novela me parecía me parecía altamente adecuado para este relato, para jugar con el sentido de la frase en sus términos más amplios.
Un abrazo