[Baila para mí] Metamorfosis



El ballet es una disciplina compleja. He pasado más de año y medio estudiándolo, documentándome sobre él, sobre sus mecanismos, sobre las escuelas, sobre ensayos y, especialmente, me he empapado con las historias que se cuentan. Nunca he practicado ballet (aunque mi madre dice que me apuntó a clases cuando tenía cuatro años, habrá que creer que es así), así que todo lo que he sentido y escrito, ha sido desde fuera, pero intentando acercarme lo más posible a la realidad.

Por eso, en el momento de comenzar, dada la trascendencia que una obra puede tener sobre el bailarín, igual que una historia la tiene para un escritor, necesitaba elegir con cuidado un ballet. Lo primero que nació fue el objetivo de Evangeline. Ella quería ascender, tener un papel protagonista. Después, cuando comprendí el funcionamiento de una compañía, algo tan frívolo como luchar por un papel protagonista se transformó en algo más, pasó a ser un sueño, una necesidad en la vida de la protagonista. De ahí que quisiera ascender de categoría, del cuerpo de baile a solista, el primer escalón para llegar a lo más alto. Fue entonces cuando, en mitad de esa tormenta de ideas, recordé que no había visto Cisne negro (película que recomiendo), Y me di cuenta de mi total y absoluto desconocimiento sobre algo más importante que conocer los nombres de los pasos o las diferentes marcas de las zapatillas de baile: las obras.

Así que investigué. El lago de los cisnes. Giselle. La sílfide. Romeo y Julieta. Más documentación, más trabajo, y tirando del hilo, la cantidad de versiones y variaciones según el coreógrafo, el bailarín, la escuela o la compañía que lo interpretaba. Soy demasiado puntillosa a la hora de escribir, necesito conocer todo al cien por cien para, de esa forma, escribir solo un cinco por ciento de todo lo que he investigado. Para escribir algo, necesito saberlo. Y las obras más famosas del ballet sería algo demasiado sencillo de hacer, demasiado... fácil. Además, era necesario conocerlas a fondo. El lago de los cisnes fue mi primera opción, pasar del cisne blanco (Odette) al cisne negro (Odile), de la pureza y la técnica al desenfreno y la pasión. Pero ese argumento ya estaba pillado y quería evitar las comparaciones con el filme. Volví hacia otras historias como la de Giselle, Romeo y Julieta. Incluso Manon fue otra de mis opciones, dada la carga erótica y adulta que tiene esa historia. Pero se trataba de una producción casi exclusiva de The Royal Ballet y bastante moderna. También reflexioné sobre Onegin, la evolución del personaje femenino de Tatiana de niña a adulta. Me topaba con el mismo problema, poca documentación y mucha inseguridad respecto a la historia.

Así que me dirigí al camino del centro. Metamorfosis: un ballet que no existe. Existe porque lo he inventado, lo he diseñado de principio a fin, ha variado según estaba escribiendo, pero nadie ha diseñado jamás ese ballet. Y Tchaikovsky tampoco compuso la música. Metamorfosis no es más que el nombre que le puse a un mito que siempre me ha llamado la atención, que siempre me ha gustado. A todos nos gustan los mitos, ¿no? Aunque en realidad, no se trataba de un mito, sino de un poema de Ovidio dentro de su obra Las metamorfosis.

Las metamorfosis (Metamorphoseon, en latín; del griego μεταμόρφωσις, ‘transformaciones’),del poeta romano Ovidio, consta de más de 250 narraciones mitológicas que suceden desde el origen del mundo hasta la transformación en estrella del alma de Julio César, describiendo los cambios físicos que hacen las distintas divinidades para conseguir fines distintos. Concretamente, en el libro X, se narra esta historia. Pigmalión, rey de Chipre, no encuentra una mujer con la que casarse porque para él no había mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, dedica el tiempo a crear esculturas preciosas para compensar esta ausencia. Una de sus obras, Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró y mediante la intervención de Afrodita, la escultura cobraba vida. Al final del artículo os dejo el poema completo.

Mi versión de este ballet inexistente tenía que ser más completa. Busqué un compositor, busqué diseños, busqué algo personal en la vida de Eva para que ese ballet en concreto fuera lo más importante. Y así fue creciendo Metamorfosis y el resto de personajes. Pigmalión era, efectivamente, un rey. Un personaje tormentoso, lleno de frustración, severo y con mucho temperamento. Esculpía hermosas estatuas mientras ofendía a sus súbditos cuando éstos le presentaban a sus hijas para que las desposaran. Hasta que finalmente esculpió a Galatea y se enamoró de ella. 

La obra está dividida en tres actos. En el primero, hay escenas de corte, Pigmalión recibiendo a sus vasallos y rechazando a todas las mujeres. Uno de sus súbditos, Lysandros, se marcha ofendido de la corte por el rechazo de su hija y el rey, furioso, se encierra en su habitación para esculpir a Galatea. Cuando la termina, ha pasado toda la noche trabajando y cae dormido a los pies de la estatua. Sueña con la mujer, con que Galatea es real, y ambos se juran amor en un paso a dos lleno de fantasía. El segundo acto comienza con Pigmalión despertando del sueño y descubriendo que en realidad, Galatea es una estatua. Se obsesiona con ella, la besa, la acaricia, pero sigue siendo de piedra. Entretanto, Lysandros ha reunido un ejército para atacar a Pigmalión, declarándole la guerra por la ofensa cometida. El rey acepta ir a la guerra y dedica un día completo a realizar ofrendas a los dioses para que lo bendigan durante la batalla, aunque en el fondo, su mayor deseo es que Galatea sea una mujer de verdad. Afrodita, siempre animada, le concede la vida a la escultura mientras el rey está fuera del palacio. Cuando Pigmalión regresa a sus aposentos para adorar a su amada estatua, se encuentra con una mujer a la que no conoce y cree que se trata de una enviada de Lysandros que ha destruido a Galatea. Furioso y ciego de dolor, ataca y trata de asfixiarla. En el último momento, Pigmalión la reconoce, pero Afrodita vuelve a transformarla en piedra. Horrorizado, Pigmalión emprende un viaje de no retorno hacia la guerra. Galatea, sin intervención de la diosa, se transforma en una mujer en el famoso Adagio de la piedra y llora la pérdida de su amor. El tercer acto narra toda la batalla entre el rey y Lysandros. Tras vencer al traidor, Pigmalión vuelve al palacio triste y arrepentido, deseando haber muerto en batalla. Allí se reencuentra con Galatea, la mujer real, pero no se cree merecedor de su perdón. La obra termina con un maravilloso Gran paso a dos entre los protagonistas declarándose amor eterno.

Como veis, es una versión bastante libre del poema, pero que me permitía crear una analogía perfecta de la evolución personal de Eva. La bailarina se encontraba encerrada en la técnica igual que Galatea lo estaba dentro de la estatua. Eva buscaba pasión para interpretar el lado real de Galatea, el momento de su transformación en alguien de carne, en una persona repleta de sentimientos nuevos y emociones que jamás había experimentado. Sentimientos y emociones que ella misma no conocía y a los que tenía miedo. 

En mi búsqueda sobre el mito de Pigmalión descubrí que esta historia, apenas conocida, pero que a mí me resultaba fascinante (no entiendo muy bien la razón...), había inspirado muchísimas cosas, desde obras de la literatura hasta películas famosas. Quizá todo es pura coincidencia, pero si pensamos un poco no tardamos en encontrarnos con situaciones en las que las personas se enamoran de sus propias obras o cosas que ellos mismos han hecho, aunque no precisamente hablamos de cosas fabricadas de forma material. El ejemplo más famoso es el de la obra de teatro Pigmalión de Bernard Shaw, premio Nobel de literatura. En 1938 se estrenó una película del mismo nombre que ganó el Óscar a mejor guión adaptado, y en 1964 se realizó una versión musical que todos conocemos: My fair lady.

Desde Frankenstein de Mery Shelly, El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde, El fantasma de la ópera de Gaston Leroux, Retrato de una dama de Henry James, todo poseen algo de Pigmalión. Todos han recibido inspiración del peoam. ¡Incluso Pretty Woman! Lo más emocionante fue encontrar que el poema de Pigmalión también había inspirado el ballet Coppélia y que el famoso coreógrafo ruso Marius Petipa (el creador de El lago de los cisnes, El cascanueces y La bella durmiente) creó una obra la obra Pygmalion, ou La Statue de Chypre, que se representó por primera vez en 1895.

Ah, no podía faltar la pintura.


Cerrando el tema, concluyo con lo que se conoce como efecto Pigmalión: en psicología y pedagogía, es uno de los sucesos que describe cómo la creencia que tiene una persona puede influir en el rendimiento de otra. Esto es, cuando alguien cree en ti, este hecho influye hasta el punto de mejorar tu rendimiento. ¿No os parece que Tom creía en Eva? ¿Pensáis que ella mejoró gracias a la creencia que él tenía? También existe el efecto Galatea, las expectativas de uno mismo, sin depender de los demás, mejora tu rendimiento. Con solo el hecho de decirnos a nosotros mismos que podemos lograr aquello que nos proponemos, nos motiva e impulsa a emprender uno proyecto con mayor determinación y positivismo. ¿No encontráis maravilloso todas estas coincidencias? Yo me lo pasé genial :)

Para acabar, he aquí el poema de Ovidio:

Pigmalión
[...]«A las cuales, porque Pigmalión las había visto pasando su vida a través
de esa culpa, ofendido por los vicios que numerosos a la mente
femínea la naturaleza dio, célibe de esposa
vivía y de una consorte de su lecho por largo tiempo carecía.
Entre tanto, níveo, con arte felizmente milagroso,
esculpió un marfil, y una forma le dio con la que ninguna mujer
nacer puede, y de su obra concibió él amor.
De una virgen verdadera es su faz, a la que vivir creerías,
y si no lo impidiera el respeto, que quería moverse:
el arte hasta tal punto escondido queda en el arte suyo. Admira y apura
en su pecho Pigmalión del simulado cuerpo unos fuegos.
Muchas veces las manos a su obra allega, tanteando ellas si sea
cuerpo o aquello marfil, y todavía que marfil es no confiesa.
Los labios le besa, y que se le devuelve cree y le habla y la sostiene
y está persuadido de que sus dedos se asientan en esos miembros por ellos tocados,
y tiene miedo de que, oprimidos, no le venga lividez a sus miembros,
y ora ternuras le dedica, ora, gratos a las niñas,
presentes le lleva a ella de conchas y torneadas piedrecillas
y pequeñas aves y flores mil de colores,
y lirios y pintadas pelotas y, de su árbol caídas,
lágrimas de las Helíades; orna también con vestidos su cuerpo:
da a sus dedos gemas, da largos colgantes a su cuello;
en su oreja ligeras perlas, cordoncillos de su pecho cuelgan:
todo decoroso es; ni desnuda menos hermosa parece.
La coloca a ella en unas sábanas de concha de Sidón teñidas,
y la llama compañera de su lecho, y su cuello,
reclinado, en plumas mullidas, como si de sentirlas hubiera, recuesta.

«El festivo día de Venus, de toda Chipre el más celebrado,
había llegado, y recubiertos sus curvos cuernos de oro,
habían caído golpeadas en su nívea cerviz las novillas
y los inciensos humaban, cuando, tras cumplir él su ofrenda, ante las aras
se detuvo y tímidamente: «Si, dioses, dar todo podéis,
que sea la esposa mía, deseo» —sin atreverse a «la virgen
de marfil» decir— Pigmalión, «semejante», dijo, «a la de marfil.»
Sintió, como que ella misma asistía, Venus áurea, a sus fiestas,
los votos aquellos qué querían, y, en augurio de su amiga divinidad,
la llama tres veces se acreció y su punta por los aires crujió.
Cuando volvió, los remedos busca él de su niña
y echándose en su diván le besó los labios: que estaba templada le pareció;
le allega la boca de nuevo, con sus manos también los pechos le toca.
Tocado se ablanda el marfil y depuesto su rigor
en él se asientan sus dedos y cede, como la del Himeto al sol,
se reblandece la cera y manejada con el pulgar se torna
en muchas figuras y por su propio uso se hace usable.
Mientras está suspendido y en duda se alegra y engañarse teme,
de nuevo su amante y de nuevo con la mano, sus votos vuelve a tocar;
un cuerpo era: laten tentadas con el pulgar las venas.
Entonces en verdad el Pafio, plenísimas, concibió el héroe
palabras con las que a Venus diera las gracias, y sobre esa boca
finalmente no falsa su boca puso y, por él dados, esos besos la virgen
sintió y enrojeció y su tímida luz hacia las luces
levantando, a la vez, con el cielo, vio a su amante.
A la boda, que ella había hecho, asiste la diosa, y ya cerrados
los cuernos lunares en su pleno círculo nueve veces,
ella a Pafos dio a luz, de la cual tiene la isla el nombre.






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