La casa del placer: Lucrecia

El corazón de Claudia era una oleada constante de latidos furiosos. Tan cerca de la joven, Lucrecia podía sentir las palpitaciones en las finas venas de su cuello y el torrente de sangre ardiente que circulaba por ellas, llamándola, reclamándola, tentándola. Tan joven, tan pura y tan casta, pocas veces Lucrecia recibía mujeres inocentes. Realmente no había ninguna diferencia sustancial entre las visitantes habituales, presas de las necesidades más acuciantes y las recién llegadas, llenas de ansiedad y deseo que no sabían cómo aliviar. Todas buscaba lo mismo y para todas Lucrecia tenía solución.

Pero Claudia... su piel suave, fina y casi transparente llenaba la mente de la vampiresa con deseos febriles. Nunca bebía de las mujeres que visitaban su casa; tampoco bebía de mujeres, en general, porque prefería la sangre hirviente de un hombre, en especial si este se encontraba al borde del clímax. La joven se había apretado a ella para susurrarle su necesidad al oído. Inconscientemente había dejado expuesta la curva de su cuello a los afilados dientes de Lucrecia, que hizo un gran esfuerzo por controlar los impulsos de hundirlos en su dulce carne.

- Deseo... deseo aprender a complacer a mi esposo - murmuró Claudia.

Lucrecia parpadeó, sus ojos volvieron a ser verdes y sus dientes regresaron a su forma humana. Se apartó de Claudia sin perder su deslumbrante sonrisa, levantando sus delicadas cejas en dos arcos perfectos. No iba a ocultar que esa petición la había soprendido.

- ¿Deseas aprender con uno de mis hombres cómo volver loco a un esposo que no te toca?

Sintió como Clauda se encogía de vergüenza una vez más y asentía lentamente. Lucrecia no pudo evitar sonreir internamente de manera hambrienta, su mente empezó a elaborar un delicioso plan para esta muchacha todavía inmaculada. Se aproximó más a ella, estrechándose a su cuerpo hasta que sus muslos y sus caderas se tocaron. Claudia intentó alejarse de forma instintiva, pero Lucrecia le rodeó la cintura con una mano y la estrechó a su costado, atrayéndola además con su intensa mirada, dominándola, hipnotizándola.

- Cicerón... - susurró Lucrecia. Los ojos de Claudia se abrieron, asustados. Había visto claramente la atracción que su esposo ejercía en la recién llegada. Cicerón era un hombre que no pasaba desapercibido, máxime cuando el poder de la sangre de Lucrecía también fluía por sus venas. Él no tardó en aparecer y Claudia emitió un jadeo, obligándose a no mirarle y con el inicio de una protesta en la punta de la lengua. - No será él quién te enseñe, querida; yo te mostraré cómo debes tratar de verdad a un hombre. 

- ¿Ahora? - gimió ella. - Es... un poco precipitado - respondió ahogadamente.

Lucrecia le acarició los labios para hacerla callar, sin dejar de mirarla. Sentía sus temblores, su respiración y, sobre todo, los precipitados latidos de su corazón. 

- Querida Claudia - ronroneó de forma lasciva, perdiendo todo recato. - Has venido esta noche a buscar mi ayuda - su voz sonó sensual, pero firme. - Y te la voy a dar.

Sus dedos se deslizaron por los labios de Claudia, descendiendo por su garganta. Notó sus latidos en el cuello y Lucrecia se estremeció de deseo por probar esa sangre que se le antojaba pura, sin mácula. Sabía de buena mano que la sangre de una virgen no tenía ninguna diferencia con la sangre de una mujer que ya no lo era; sólo era la idea romántica de pureza y el deseo de corrupción lo que creaba adicción.

Clauda inspiró profundamente, presa del pánico. Podía notar su miedo... pero también su deseo. Cuando la yema de su índice y su corazón acarició la piel desnuda de su pecho, retiró delicadamente la tela de la túnica para corrobar su teoría, atrapando la erizada punta de los castos senos de la joven. Ella se estremeció deliciosamente, una vez más Lucrecia ansió hundir los dientes, pero esta vez deseaba hacerlo en la perfecta curva de su pecho rosado, la sangre se le había agolpado justo en esa zona, hinchándolo.

- Nos está mirando - gimió Claudia con las sabrosas mejillas sonrojadas, evitando mirar a Cicerón. Lucrecia atrapó la punta con dos dedos y pellizcó hasta que Clauda protestó de dolor. Y de placer. Escuchó claramente como la pulsión del corazón de Cicerón se aceleraba ligeramente. Eso provocó en Lucrecia un latido entre sus piernas.

- Primera lección, querida Claudia. A los hombres les gusta mirar... - sin darle más tiempo, Lucrecia arrasó con su indecisión cubriendo la boca de Clauda con los labios en un beso profundo, al tiempo que abarcaba su pecho con la mano completa. Ella gimió, se retorció y tembló... pero se rindió sin mayor resistencia, ahogándose entre los sublimes labios de la diosa Lucrecia.

Sin dejar de besarla, acarició su pecho, sus hombros y su vientre, arrancandole la túnica con suaves tirones hasta dejarla medio desnuda. Cicerón no se había movido, pero Lucrecia podía oír sus pulsaciones y no pudo evitar imaginar cómo de excitado estaría en ese momento. Apremió a Claudia con un beso asfixiante, lleno de dientes, labios y lengua; cuando ella ahogó los suspiros en su boca, Lucrecia se apartó para contemplar la piel desnuda de Claudia. Sus pechos estaban hinchados, sus pezones duros y el color sonrosado de su piel indicaba que la sangre fluía con mayor potencia. Se relamió el labio con deseo, reprimiendo las ganas de desenvainar las navajas de sus dientes y cortar la tierna carne de Claudia.



- Segunda lección - murmuró con la voz ronca mirándola fijamente a los ojos, atrapándola bajo su poder hipnótico y sensual. La instó a tumbarse sobre la espalda en el diván y se acercó para susurrarle al oído, mientras sus manos alzaban cuidadosamente la falda de su túnica. - Estás húmeda. Separa las piernas y deja que él te mire... Deja que vea lo mojada que estás...

Claudia atendió la sugestiva órden con presteza, Lucrecia sonrió de forma provocativa y Cicerón contuvo el aliento...

2 intimidades:

  1. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    CUENTOS INTIMOS----PATY

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CARROS DE FUEGO, MEMORIAS DE AFRICA , CHAPLIN MONOCULO NOMBRE DE LA ROSA, ALBATROS GLADIATOR, ACEBO CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER ,CHOCOLATE Y CREPUSCULO 1 Y2.

    José
    Ramón...

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  2. Muchas gracias por tu vista y tus versos, José Ramón ;)

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